En Sueño Profético hablaban del
Nacimiento de Dios Hijo, del sitio donde nació y de la casa donde habitaron los
que conocieron como padres. Decían mucho:
“Dios Amén, y en el
Amén, Reverencia”.
Nació pidiendo
favores de lo que Él tenía suyo. Pues el que creyó que era Dios daba el Amén, y
en el Amén, Reverencia.
Si Dios hubiera
nacido en una casa como de las que sólo hay tres, antes de abrirte la puerta
podrías haber dudado que Dios no fuera. Él no nace ni en una casa, y ya no da
preferencia para que unos Lo visiten y a otros no quieran abrirle la puerta.
Dios no nace en una casa, a pesar de que todas eran suyas y el hombre se las
niega.
“Dios Amén, y en el
Amén, Reverencia”.
¡Cómo pensar que,
por qué nace en esta pobreza, si el hombre, su gran lucha es vivir en la
grandeza! Él se hace Hombre y amigo de la pobreza, y va enriqueciendo espíritus
con el Ejemplo que lleva.
“Dios Amén, y en el
Amén, Reverencia”.
Él sabe quién Lo
quiere. Y también sabe quién Lo niega. Y lo deja entre los Once, para no
desmentir lo que dijeron los Profetas, y
que el Padre en ellos habló.
“Dios Amén, y en el
Amén, Reverencia”
Deja que sufra la
Madre. Una Madre, que Virgen tiene de Nombre, por ser sitio de pureza. Aunque
sirvió como Madre, fue Sagrario de la Palabra de Dios Padre, y el Verbo se hizo
Carne, y ya su Palabra, “Tres Dios” hace: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu
que mueve a la Carne.
Desperté, oí:
“Dios Amén, y en el
Amén, Reverencia”.
¿Cómo pueden dudar
los cristianos de que estas Palabras estén dichas en la Gloria?
Hablaban más del
Nacimiento de Dios Hombre, pero este hablar queda en la Gloria y no lo dictan.
Nombraban a los
cristianos, culpándolos de no cundir este “Diciendo”, que es Evangelio, antes
dicho y ahora escribiendo.
El que no quería
ser cristiano, poco creía que Dios bajó a la Tierra desde el Cielo.
Dios vive en la
pobreza por Amor al hombre.
Y enseña a valorar
el Amor entre los hombres.
Qué bien dicho está
esto que repiten en la Gloria:
“Dios Amén, y en el
Amén, Reverencia”.
El Amén es aceptar.
Y si aceptas,
reverencias.
***
Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VIII - C6
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