En Sueño Profético decían:
Se van a decir palabras que en este Arrobo decían para el que esté más cerca del Elegido y crea que es Dios hablando. Las primeras palabras son éstas: “A más desprecio den, Dios manda que piensen, a los que aquí están más cerca, en lo que a Él Le hicieron y Le siguen haciendo”. Esto es Permitir de Dios. Que esto hace en muchos momentos pensar más que Esto es camino de Dios. Sin desprecios ni sufrimientos no sería camino de Dios.
Dijo un Discípulo de Dios Hombre, (Maestro, como El decía que Le llamaran):
A nosotros, cuando nos llegaban sufrimientos, los aceptábamos, porque así más comprendíamos lo que Él estaba sufriendo. Las malas personas y los malos espíritus, sin verlos, nos hacían que pensáramos: “Quererlo, pero retirarse de Él, porque os llegarán hasta martirios por querer defenderlo”.
Nosotros, los once, nos uníamos y nos tapábamos para que el número doce no disfrutara cuando teníamos pena de saber que al Maestro Lo matarían en la Cruz. Y por mucho que pensábamos, no pudimos quitar la Crucifixión que Le dieron. Nosotros lo sabíamos, porque Él nos lo decía. Pero un dicho con grande esperanza, para que luego vieran que era Dios. Que primero fue anunciado por los Profetas. Pues para que vieran que era Dios, permite, y su Poder resucita a la Carne que clavaron y su fosa la vieron vacía.
Desperté, oí:
El sufrimiento y el desprecio del hombre más nos hacían que viéramos que era Dios.
Porque nosotros, sus Discípulos, no podíamos hacer nada, por falta de poder.
Pero el Dueño del Mundo, ya que era Dueño con Poder, hubiera acabado el Mundo.
Aquí voy a decir, en dos palabras, lo que un día me dijeron y lo que yo contesté:
Se acercaron unos y me dijeron: “Santiago, ¿tú crees que si tu Maestro fuera Dios Hijo ibais los Discípulos a sufrir como estáis sufriendo?”.
Íbamos cuatro, y ninguno tuvo palabras como las que a mí me vinieron:
“Si a mí me buscaran agasajándome y dándome preferencias, poniéndome por encima de mi Maestro, de rodillas Le pediría que en público fuera muerto en fuego”.
«Porque hasta que vieran las cenizas oirían: “esta muerte es Milagro para mi espíritu, porque mi espíritu es Tuyo y yo te lo dejo para que le des Mando en el Cielo, como nos has enseñado”».
Es alegría seguir el Camino de Dios, que si lo sigues, tienes que sufrir como Él sufrió.
Pero este sufrimiento da Resurrección.
Santiago, un Discípulo de Dios
***
Libro 54 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VII - C8
No hay comentarios:
Publicar un comentario