En Sueño Profético decían:
Si valoran tanto la enseñanza de la carne, que con la carne se entierra, ¿qué debía de valer la del espíritu, que ahí hace tanta falta y Aquí es Eterna?
A más valor le des, más de Aquí te alejas. Por eso, el que Aquí Dios trae y su Enseñanza ahí lleva, que no le extrañe al hombre, que todo chico y pobre lo vea. Y hasta le presente risa, aunque risa no la vean.
Dijo uno:
Esta misma frase que el hombre se deja cuando al día siguiente vuelve a su faena o a cualquier lugar que a diario fuera: “¡hasta mañana!”, y ya le contestan: “¡sí, hasta mañana! Mañana ya haremos lo que hoy ha faltado que se haga”. ¡Cuántos no volvieron porque se fue el espíritu y el cuerpo quedó muerto!
Ésta es la Enseñanza que deber ser primero.
Se vieron unos hombres de espaldas, y el Mando de Dios siguió diciendo:
Estos hombres enseñaron, Amor a Dios y vida de espíritu, lo primero. Si estos hombres hoy con cuerpo vivieran y esta Enseñanza tuvieran como Aquí se ofrece, estos hombres la pondrían la primera, porque estaban convencidos de que esta Vida está en espera y es la que tiene importancia, todo lo que de ella aprendas. Que si la coges como que baja de Gloria, tienes que decir amén, y verte tan poca cosa, que tu saber ya lo ves como niño que hace juegos con caballos de papel.
Desperté, oí:
Si pensaran los talentos valorar
estas Palabras que Dios manda
para hacer a hombres buenos,
se taparían la cara.
Y su exclamación sería:
“¡Señor, yo ante Esto, no sé nada!”.
“¿Podré, Señor, terminar de explicar
lo que cuando cerré el libro dije:
mañana toca tal página?”.
Al revés de esta Enseñanza,
que sabes que cada día
más te explica el Instrumento
y más te aclara.
Porque no hay otro que diga:
“vete, que yo vengo
porque otro Dios me habla”.
Tan sólo unas Palabras
que el que Dios manda te dé,
ya llevas la mejor cátedra.
El que Esto no lo acepte,
no cree estas Palabras.
Porque creer y aceptar,
tú ves que no sabes nada.
Hazte profesor del Cielo,
de la Enseñanza que baja.
Porque no hay ningún talento
que supere la Enseñanza que Dios manda.
***
Libro 17 - Investigaciones a la Verdad - Tomo II - Pág. 170-171-172
Si la vida nos demuestra que el mundo en que vivimos es pasajero, nada debe interesarnos más que aprender sobre el mundo eterno al que aspiramos.
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