En sueño Profético vi a muchos niños.
Dijo uno:
Los niños son espíritus limpios. Éstos tienen que ser enseñados y cuidados por espíritus que amen a Dios. El niño es secante que empapa antes el mal que el bien. El niño se debe acercar a lo Divino y hay que enseñarlo a que lo material es después de lo Eterno. Dios, cuando vivió de Hombre y Profeta, sus Palabras eran también para los niños.
Yo presencié, no sólo una vez, querer apartarlos de los mayores y estas Palabras oír todos del Maestro:
“Dejad a los niños que mis Palabras quieran oír; que el que las oiga, jamás irá en contra de mi Padre, si el mayor lo guía y le hace ver que mis Leyes son las suyas”.
Desperté, oí:
Si el mayor al niño enseñara
cómo se ama a Dios,
éste crecía amando,
y cuando fuera mayor,
no podía hacer pecados,
porque vivía con Dios.
Vivía con su inocencia,
que inocencia quiere Dios,
para entrarlos en su Gloria
y liberarlos del pecador.
Si tú al niño lo cuidas
como hijo que es de Dios,
ya te mandará el salario,
que es Gloria y Bendición.
Bendición que tú recibes
y repartes pa quien quiera
enseñar a todos los niños
que no pierdan su inocencia.
Esta inocencia del niño
sirve aunque seas mayor,
si no quieres retirarte
nunca del lado de Dios.
Dios quiere que el niño crezca,
porque tiene que ser hombre,
pero el niño puede ser niño
aunque lo vean de hombre.
Dios al hombre recomienda
que no pierda su inocencia.
Inocencia “censurá”
por quien no ama de verdad.
El que a este Dios mucho ama,
la inocencia la derrama,
la derrama sin pensar
que niño lo pueden llamar.
Si este Dios quiere que seas
inocente e infantil,
es el camino que tienes
para que llegues Aquí.
***
Libro 11 - Te Habla El Profeta - Tomo II - Pág. 25-26-27
Conservar durante toda la vida el espíritu limpio de niño es un gran triunfo, pero depende en gran parte de la limpieza de espíritu del que educa.
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