En Sueño Profético decían:
La Tierra tiene tanta fuerza porque su abono es el pecado.
La Tierra tira del hombre por el hombre a Dios no amarlo.
La Tierra tira del hombre por los cuatro garabatos que no sirven para Dios; que sirven para incordiarte y hacerte que tú los sirvas, y ya no hay tiempo para a Dios amarlo.
La Tierra te roba el tiempo que provecho podría darte.
La Tierra te hace diálogo en el pensar que tú haces, y te pone las razones, y tú mismo te disculpas y ya te pones también razones:
¡El tiempo me viene corto!
¡El dinero, si lo doy, puede que algún día me haga falta!
¡Y si falta no me hace, para el día que me muera, que la herencia sea grande!
Yo no ofendo a Dios con esto.
¿Qué culpa tengo yo de que haya pobres?
Voy a vivir los cuatro días sin que me hablen de penas. Yo busco las alegrías.
Tengo prisa, voy a vender, voy a comprar cosas que mejor tenía.
Voy a correr el mundo y aprovechar esta vida.
Desperté, oí:
¡Tierra, Tierra engañosa,
que si no miras al Cielo,
Tierra te roba la Gloria!
¡Que cierto que el hombre acude
antes a Tierra que a Cielo!
Y le preocupa el querer tener
cosas que el hombre valore:
“¡Esto vale un gran dinero!”.
¡Dale desprecio a la Tierra
y valora lo del Cielo!
Que la Tierra se hace dueña
de tu dinero y tu cuerpo.
***
Libro 17 - Investigaciones a la Verdad - Tomo II - Pág. 232-233
Aplazamos las cosas de Dios para cuando tengamos tiempo pero cuando Él nos pida cuentas, el tiempo se nos habrá acabado.
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