En Sueño Profético hablaban de la detención del Mensaje. Decían:
El hombre detiene porque no ama. El hombre detiene porque se ve ridículo ante esta Grandeza. Al hombre le cuesta trabajo decir: “yo no sé esto”. Le cuesta trabajo al que no ama.
Dijo uno:
Todos los que Dios habló en ellos, fueron perseguidos y calumniados por los que no amaron.
La Palabra de Dios no hace daño, pero el hombre la señala como si fuera veneno. La Palabra de Dios, al que no la quiera, no le hace daño ahí en la Tierra; Aquí sólo la Palabra retira espíritu.
El hombre, que publique aunque a Dios no ame; así su disculpa será sólo estas palabras: “Señor, yo no te quise”. Estas palabras son del que a Dios no ama, palabras de entrada en el Infierno. Pero aún es peor decir éstas: “Yo no te quise y prohibí hablar de Ti para que tu Mensaje no llegara al justo ni al pecador; yo evité conversaciones; yo fomenté el odio al que Tú le decías: “Ve y di en mi Nombre lo que en mi Gloria te hablan”. Estas Palabras serán dichas a la vez que Dios pondrá su Brazo en alto y su Mano detendrá al enemigo apartándolo. Dios lo juzgará con la Presencia de Dios Hijo, humillándolos a ser arrastrados al abismo, sitio de condenación.
Desperté, oí:
Todos los que a Dios no quisieron, hoy están en el sitio que eligieron.
No hay disculpa en no publicar cuando tú puedas comprobar.
Cuando todo lo que escribas sea alabando a este Reino.
Cuando estudien Escritos y vean los mismos trazos que Dios Hombre dejó dichos.
Cuando comprueben la acción con los Escritos de Dios.
Cuando tenga la obediencia a las cosas de la Tierra.
Cuando no le exija al pobre, y del rico nada tome.
Cuando Dios dicta un Dictado, tiene que ser publicado.
No hay quien estudie carrera guardando el título en cofre, y luego venga un pariente ejerciendo sin carrera.
Mucha más barbaridad es querer que calle aquel que Dios tiene de Lugar.
No hay palabra con razón que prohíba el publicar.
Aunque no quieras a Dios, deja la Publicación.
Que las Palabras de Dios son pura Gloria de Dios, porque la Gloria lo es por la Presencia de Dios.
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Libro 9 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo I - Pág. 262-263-264
Si condenamos no dar de comer al hambriento, más debemos condenar el ocultar el Mensaje.
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