En Sueño Profético decían:
A más obediencia al Profeta, más Amor a Dios.
Hay quien elige al Profeta para que sea su censura. Esto agrada a Dios.
Dios manda al Profeta para que hable a los hombres. El hombre, oyendo la Palabra dicha por el Profeta, si es malo, deja de serlo; y si ha sido malo, éste llora.
No hay quien oiga la Palabra directa de Dios y quede indiferente.
El que no cree en Dios y da con el Profeta, pronto dice: “Yo no creía en Dios”.
Peca más el que dice “soy cristiano”, y por sus obras censuran a Cristo. Por eso, la envoltura del que Dios le habla, son sus obras.
Desperté, oí:
El hombre ciego en lo Divino, no ve Esto.
Al que Dios le habla, se conoce por su temple.
Este temple, en el Profeta, es fácil; y su copia, muy difícil.
Antes de ser bueno tienes que amar a Dios.
Si dicen que eres bueno y no amas a Dios, ¿de qué te sirve este “bueno”, si estás en contra de Dios?
Si Dios quiere que seas bueno, no es por su Gloria, sino por ti.
El que ama a Dios no se cansa, ni jamás se nota satisfecho, ni un arrepentimiento habrá.
Si a Dios lo tuve a distancia,
y con llantos me acerqué,
hoy ya estoy en la Gloria,
y sólo al servicio de Él.
Hay quien dice que ama a Dios, sin creer en Dios.
El que no quiere cuentas con Dios, sabe que hay Dios.
El amar a Dios lo hay de muchas maneras, según el hombre.
Según Dios, nada más que una: amándolo y amándolo, pero sin medida.
El hombre quiere vivir sin Dios, pero sabe que tiene que llamar a Dios.
Esta llamada, a veces, es tarde.
No es tarde, cuando no se piensa llamarlo.
AGUSTÍN DE MÓNICA
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Libro 5 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo I
Podemos extraer conclusiones:
ResponderEliminar-el Profeta es nuestro ejemplo y nuestra censura
-el Amor a Dios se demuestra con hechos
-sólo hay una forma de amar a Dios
-quien niega a Dios es porque sabe que existe
-aunque pretendamos prescindir de Dios, no es posible