En Sueño Profético decían:
Siguiendo los Pasos de Dios, conocerás sus caminos.
Dios manda a la lengua que Lo alaben, o permite que Lo ofendan. Pero donde ofenden a Él, Él ya no hace Presencia.
Dios no puede permitir que desprecien o que ofendan al que a diario Él manda con Mensajes de esta Gloria. Dios retira o aparta, o pone grande muralla aunque muralla no haya.
Dijo uno:
Es ya premio grande, decir: «Viene a mi casa el que Dios tiene Elegido para darle las Palabras y que él las presente al hombre diciendo: ‘Dios me manda’».
Si el hombre pensara esto, nada ya le interesaba que ahí le llamaran premio.
¿Qué premio puede subir ni igualarse a este Premio?
La persona que Dios trae y le da entrada en su Reino, ¿qué debía de pagar si a esto pusieran precio?
Aquí puede la verdad, persiguiendo al sufrimiento. Si el sufrimiento es grande, más Gloria le manda el Cielo.
Desperté, oí:
Es tu presencia el “Ve”
que en la Gloria ya te han dado.
Si este “Ve” lo desprecian,
a Dios están despreciando.
¿Quién despreciaría visita
de una persona importante
ofreciéndote un seguro
sin tener que pagar nada
y luego coger tú el fruto?
Esto le darán valor
cuando quieran ver de cerca
lo que muy cercan tenían
y no le echaban cuentas.
El que alabe estos Escritos,
Aquí tendrá preferencia.
Y el que les volvió la espalda,
sus súplicas Aquí no llegan.
Dios le da al ciego
vista a su espíritu.
Y ya está a Dios viendo,
porque el ciego quiere verlo.
Pero el que persigue a Dios,
aunque no lo vean ciego,
ciego es ahí
para las cosas de Dios.
Al que ahí Dios deja ciego,
Aquí jamás la vista recupera.
Dios deja ciego al que persigue
y desprecia sus Palabras.
Y da vista
al que pecó y Lo llama.
***
Libro 18 - Dios No Quiere, Permite - Tomo III - Pag. 87-88-89
No se puede amar a Dios y despreciar su Mensaje y a su Mensajero. Los hechos dejan al descubierto la hipocresía.
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