En Sueño Profético hablaban de estos Escritos dictados en Gloria, antes dichos al espíritu.
Comparaban la verdad con el engaño,
la razón con la injusticia,
el desprecio y el halago,
el color blanco y el negro,
el gigante y el enano,
el chaparro con el pino,
el águila y el canario,
la riada y la sequía
cuando de agua se está hablando.
Dijo uno:
¿Quién no sabría destacar lo que en parejas se ha nombrado, lo que cada cosa era, por no verlo claro? Se trataría de un enfermo con los sentidos atrofiados, y sería peligroso no tenerlo vigilado.
Pues más claro se ve aquí que el hombre a Dios no ama.
Esto, el que puede publicar todo lo que Dios manda que sea publicado.
Los hombres que pueden y no lo hacen, ¿qué disculpa darán a Dios el día que entierren su cuerpo?
De esta generación morirán muchos sin leer este Evangelio, dicho a un espíritu sin cuerpo para que el hombre no pueda reformar este “Diciendo”.
Desperté, oí:
Siguen en la Gloria nombrando
lo que no puede el hombre dudar
por estarlo viendo.
Un manantial
que ves que brota el agua,
y un agua que cae del cielo.
Siendo agua las dos,
una está en el suelo,
y allí pones tu vista
para mirar y verlo.
El agua que echa la lluvia
cae del cielo.
La del venero es de Dios,
pero miras al suelo.
***
Libro 22 - Investigaciones a la Verdad - Tomo III - C6
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