En Sueño Profético decían:
Hay quien se retira de Dios para pedir lo que Él tiene que darle.
Hay quien deja el manantial y busca el agua en el pozo o la fuente que del manantial le llega.
Todo es la fuerza del Amor que tu espíritu a Dios le tenga. Todo es tener seguridad de que Dios maneja todo lo que vive en la Tierra, lo que vive y lo que está muerto, que tanto valora el hombre en la Tierra. Con una fuerza del Cielo queda el rico en la miseria.
Dijo uno:
¡Qué trabajo cuesta hacer que el hombre ponga en todo lo de Dios la preferencia!
¡Qué trabajo cuesta que el hombre, con alegría, busque primero lo del Cielo y después lo de la Tierra!
Y qué trabajo cuesta que el hombre piense: “Hoy estoy vivo. Mañana, quién me asegura que yo me mueva. Hoy soy un personaje, pero mañana puede la suciedad de mi espíritu enfermar mi inteligencia y que me tenga que apartar y vivir en sitios con grandes puertas, con un trato más o menos como se trata a las fieras”.
Desperté, oí:
El hombre
abandona el Mando de Dios
por el mando de la Tierra.
Y la Tierra
está al Mando que Dios quiera.
Cierto que ha habido hombres
que el mismo hombre
los ha puesto en un pedestal,
tan alto,
que antes han caído al suelo.
Va grande la diferencia,
que Dios sea lo primero,
que te entregues y Le pidas:
¿Qué tengo que hacer
para que el hombre Te quiera y Te siga?
Éste anda por el suelo
y su espíritu ya vive
al Mando que da este Cielo.
***
Libro 24 - Dios No Quiere, Permite - Tomo IV - C2
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