En Sueño Profético hablaban de la vida, de los años que un cuerpo puede tener vida. Ponían comparaciones que sólo en el Cielo oías.
Se vio como una avenida, toda llena de gente. Iban muy juntos, y de espaldas porque ya habían pasado la vida. Y dijo uno:
De todos los que se han visto, ninguno llegó a noventa, porque noventa es tirar de una vida trabajosa. Trabajosa no sólo para el que lleva los noventa, es más trabajosa para el que tiene que cuidar estos noventa.
Dios, Sabiduría Infinita, hace esa vida corta para que antes de que lo pienses ya te encuentres en la otra, que es la Eterna.
Aquí no cuentan los años. Aquí no sirve belleza.
Dijo uno:
Si la vida del cuerpo fuera larga y normal se vieran los noventa, ¡cuántos perderían la Eterna!
Pensemos este pensar que ningún hombre lo piensa:
¿Ha pensado el hombre de estudios lo que sería una casa con cuatro ya de noventa? Que esto sería normal cuando una carne con otra, Dios la uniera, teniendo estos hijos nada más.
Desperté, oí:
Para cuidar al mayor,
tienes que amar mucho al Cielo.
Si piensas los pocos
que a los noventa llegan,
tu vida ya no la ves tan trabajosa,
y tú mismo te la alegras.
Te la alegras
pensando que son noventa años,
y a éstos, pocos llegan.
El hombre pasa la vida
haciendo planes y echando cuentas.
Vive apartado de Dios,
y no llega a los noventa.
¡Vive esa vida tranquilo,
pensando en la Vida Eterna!
¡Cierra las puertas al pecado,
y ya, lo que Dios disponga,
nunca quieras reformarlo!
***
Libro 27 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo II - C2
No hay comentarios:
Publicar un comentario