En Sueño Profético decían:
Hay sufrimientos tan grandes que, por ser grandes, no los ves como no cojas la lupa del espíritu, que es saber comprender cómo hay que llevar el sufrimiento y a Dios cada día más querer. Entonces, sientes la Fuerza y la Luz que nadie ve como no quiera a Dios sabiendo que Él lo espera.
Dijo uno:
Esto, de que Dios espera al hombre cuando ahí deja el traje del espíritu, lo creen tan pocos, que no se podrían poner, de estos poco, uno en cada sitio donde vivieran hombres. Para que el hombre creyera, tendría Dios que repetir el Diluvio. Pero con más fuerza, por haber ya pasado tanto siglos que Dios se hizo Hombre para que el hombre Lo viera y aprendiera a vivir como hay que vivir hasta que deje la Tierra.
Desperté, oí:
Cuantos más siglos pasen desde que a Dios Lo viera el hombre con Cuerpo, más deberían amarlo.
Porque de Dios no ha faltado, en ninguna generación, que alguien vea su Imagen, en las mil formas que hay, para saber de su Existencia.
Hoy, ya, es ver, presentar y decir: “Dios me manda. Aquí están sus Palabras”.
Decían en la Gloria que, al “no” del hombre, era poco contestarle Dios con el Diluvio.
Como el del que recibe el Mensaje, no se puede comparar un sufrimiento tan grande.
De ver cómo es Dios para el hombre, y el hombre, el responder que a Dios le tiene.
***
Libro 31 - Te Habla El Profeta - Tomo IV - C3
No hay comentarios:
Publicar un comentario