En Sueño Profético hablaban de los bienes de la Tierra que tanto quiere el hombre, y de los Bienes Eternos.
Decían:
¿No se dará cuenta el hombre
de que él no es dueño de nada?
¿No le viene a la memoria
que todo lo ha de dejar
sin saber el día ni la hora?
Si no es dueño de sus pies,
de sus ojos, ni de sus brazos,
cómo se atreve a decir:
“yo soy dueño de esto”.
¡Si los hijos que son tuyos,
que salieron de tu cuerpo,
tampoco son tuyos
cuando Dios da la llamada!
Pues sí,
tú puedes ser dueño
tan sólo una temporada,
que Dios te dejó ese tiempo.
Nómbrate administrador,
y según administres,
Aquí el sitio tendrás.
Se vio un campo, con subida que a un cerro hacía llegar, y dijo el que Dios nombra para dar la Enseñanza:
¿Cuántos dueños habrá tenido esta mota de campo desde que el campo está? Pues ninguno de ellos aquí manda. Tan sólo mandaron en su espíritu, cuando se lo pudieron llevar. Unos, a Dios se lo entregaron. Y otros, se los llevó Satanás, porque ahí le hicieron dueño.
Desperté, oí:
Le hace falta al hombre
Enseñanza y mirar el Cielo,
antes de decir:
“yo de esto soy dueño”.
Enseñanza para saber
cómo administrar aquello.
Y la mirada en el Cielo,
diciendo:
¡Perdón, Dios mío,
que yo no haga nada mal hecho!
Que administre lo Tuyo,
a sabiendas de que eres el Dueño.
¡Qué cierto que si piensas
“yo soy dueño por un tiempo”,
en vez de vivir alegrías
te harán vivir sufrimientos!
Tiene el hombre que pensar
que tan sólo de su espíritu
es dueño y puede mandar.
Si esto no fuera Dios,
sería un dictador más.
En vez de ser alegría
tener para administrar,
mayoría pierden la Gloria.
Esto, dicho por Dios está,
y hoy,
lo mismo repiten en Gloria.
***
Libro 25 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo III - C3
No hay comentarios:
Publicar un comentario