Amor de Dios, eres la Vida

En Sueño Profético decían:

Amor de Dios,

qué grande eres.

Amor de Dios,

eres la Vida

para el que Te quiere.

Amor de Dios,

el que te sienta,

ya vive un mundo

que no es de Tierra.

Amor de Dios,

que curas penas.

Amor de Dios,

dame consejos

para que más Te quiera.

Porque yo creo

que, si Tú quieres,

me das más tiempo

para que vaya

cundiendo este Evangelio.

Que no hace falta poner ejemplo

para que veas que está dictado

en este Cielo.

Este Amor quiere

que aprendas a decir:

Señor, sin Ti no quiero la Tierra,

sin Ti ya me sobran las riquezas.

Señor, no me dejes.

Que yo me sienta a tu lado,

y ya aguanto la tempestad

del que no quiere que de Ti

yo vaya hablando.

Señor,

si te cansa mi petición,

dime cómo tengo que seguir tus Pasos,

porque yo quiero pisar

la Huella que vas dejando.

Porque sé que tu Sufrir

es porque quieres al hombre

y el hombre te desprecia a Ti.

Señor, dame Paz,

que yo la vaya dejando

donde yo hable de Ti

y quieran seguir tus Pasos.

Lo que a mí me hagan sufrir,

yo contento lo aguanto

porque te ayudo a subir Calvario,

Calvario que el hombre pone

a todo el que Dios le da Mando.

Desperté, oí:

Esto que se ha oído en la Gloria

es pensar de un Elegido,

que sin hablarlo

lo dice su espíritu.

Quiere amar y seguir amando

cada día con más ganas,

y que todos vean

que sin Amor no se aguanta.

Pero la Fuerza de Dios,

en el sufrir se presenta

y ya el Amor coge la Fuerza.

Si esta Fuerza faltara,

el Elegido enfermaría al pensar:

“Yo hago poco para lo que Dios me da.

Debería contestar

cuando yo oiga palabras

que a Dios puedan disgustar”.

Este pensar dura poco

y pronto coge otro pensar,

el del gran Amor

para a Dios no enfadar.

Y el silencio

pone punto y final.

Si estudias estos Dictados de Dios,

verás que Dios quiere

Amor por Amor.

No Amor por temor.

Bien por enfermedad

o por cargo que el hombre quiera alcanzar.

Este Amor se queda al descubierto

en la cara y en los hechos.

Si Amor de Dios llevas dentro,

tu cara lo va diciendo.

***

Libro 40 - Dios Manda En su Gloria que Enseñen - Tomo VI - C4