sábado, 23 de abril de 2022

Milagros

En Sueño Profético decían:

Ya es milagro que este Elegido, pasándole una cosa tan grande, tenga dedicada su vida a ir detrás de todos para acercarlos a Dios.

Dijo uno:

Esto no es hablar e ir diciendo: “Veo a Dios” o “me habla Dios”. Esto, también puede ser verdad, pero en algunos momentos puedes oír: “Yo que sé si esto puede ser verdad”. Pero en este Caso, habiendo justificantes que aquí se van a dictar, un amén como una torre sería chico.

Se puede empezar presentando todos los Mensajes que hay escritos, dictados en Gloria. Después, seguir con la Piel de Cordero dentro de la urna, de la que el Poder de Dios hace que brote agua, que esto todos lo pueden ver por dejar Dios su Poder sellado y verse que es de Dios porque nadie la ha mojado ni secado. Otro Poder grande es ver, como muchos han visto, no poder el Elegido detener el agua que sale de su boca cuando la Comunión la pone el Ministro de Dios en ella y dice estas palabras: “Cuerpo de Cristo”. Antes de la palabra, ya Dios tiene su Poder esperando, y ven el milagro que se ha nombrado. Pues ahora dictan otro milagro que no está oculto por no poder ocultarlo: ¿Quién dormiría sólo cuatro horas cada noche? Esto noches extraordinarias, que lo normal es que dure el sueño sólo tres horas. Y el levantar es sin llamada. Cuando termina el arrobo la despiertan las Palabras.

Desperté, oí:

Han querido en la Gloria explicar cómo a este Elegido no le puede poner duda el que quiera compararlo con otros que han habido, de los que no han visto justificantes escritos como aquí los hay en gran cantidad.

Ya, la vida de entrega a los demás, sin la Fuerza de Dios, no se puede llevar.

Dicen en el arrobo que es gran Premio el ver estos milagros.

Esto, que lo recuerden cuando vayan a hacer algo que para Dios esté mal hecho.

También hay otro milagro: el del “Cuadro de la última Cena”.

Han faltado muchas cosas que decir con el nombre de milagro.

Pero éstas las ve el que ama a Dios, si al Elegido le sigue los pasos.

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Libro 48 - Investigaciones a la Verdad - Tomo VIII - C2

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