En Sueño Profético hablaban de la Fuerza de Dios en el que recibe
estos Mensajes:
Si esta Fuerza no le llegara, el
Elegido se hundiría, por la contra que todos ponen en estas alegrías.
Dijo uno:
Tiene que esconder las alegrías y
pensar cómo decirlas. El Mando que Dios le da, lo hace contenta y lo tiene que
ocultar, cuando debería ser estar siempre pidiendo Mando para ayudar a ir
quitando sufrir. Pero al que no cree en Dios, nada le puedes pedir. A veces
Dios actúa en medio del sufrir, y ves que te pone en las manos lo que te hace
falta para repartir, para tener de sobra en este vivir. Pero tu responder es
quitando el “no” y poniendo el “sí”.
A los que dudan del bien que tú
haces, diles que tu consejo está en la altura más grande. Que si así no fuera,
¿quién habría puesto estos Libros en el sitio que están? Pues si dejas esto en
silencio, los Libros no los habrías visto hechos.
Desperté, oí:
Decían en el arrobo, que cuando
Dios manda alegrías, intentan buscar algo que te las quite.
Viendo a los que de ti están más
cerca con aceptación a estas Palabras, ya la alegría la agrandas.
También decían que para el Mando
de Dios nada había imposible.
Si no, tráete a tu memoria hacer
un camino en el mar.
Que esto, los que lo lean, puede
decir: “Yo no lo he visto”.
Pero sí pueden verle a este
Elegido el Saber tan grande que Dios le da. Y pueden buscar, y no encontrarán
otro caso igual a éste.
Palabra que aquí escrita está,
nadie, por intelectual que sea, puede llegar.
***
Libro 47 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VI - C1
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