En Sueño Profético hablaban del Amor de Dios. Decían, que el
querer sin grande Amor a Dios, te retiraba del que decía: “A mí me manda Dios,
y yo sin su Mando, ya no podría vivir”.
Estando oyendo estas palabras se vio una
mesa grande. Estaban Dios Hijo y los doce Discípulos. Ya dijo el Maestro:
“Cuando os paren y no os pregunten por
las Palabras que mi Padre dice en Mí, poned la prisa, o cuando una duda os
pongan, como se la pusieron ayer a Santiago”.
Ya le dijo el Maestro a Santiago:
“Santiago, dilo tú, como Me lo dijiste a
Mí, el daño que te hicieron, que lágrimas cayeron de tus ojos buscando pañuelo”.
Ya dijo Santiago:
Eran tres los que iban detrás de mí
cuando yo me paré con uno que decía que era su vivir oír a los Discípulos de
Dios hablar de las Enseñanzas de la Gloria. Fue pararme y los que venían detrás
se pararon también y dijeron:
“Te vamos a preguntar, que si los que se
sientan a la mesa con el que dicen que es Dios, porque hace grandes Milagros,
Lo prefieren más que a los suyos”.
Venía conmigo Felipe y dice que las
palabras que le dije no podían ser de uno que Dios en él no actuara. Estas
fueron mis palabras:
“Todos los que nos sentamos a la Mesa con
Él, es porque sabemos que es Dios Hijo. ¡Menos uno, que tiene el número que
desde este momento lo tienes tú también, que es el número doce! Para nosotros
los Discípulos, quedan después que Dios Hijo, nuestros padres, nuestros hijos y
la madre de nuestros hijos, que es la que nos manda que antes de todo sea Dios
y hacer su Mando. Ésta es la Enseñanza que el Maestro nos dice que digamos”.
Desperté, oí:
Para entender este Mensaje tienes que oír
a la que Dios, en el Arrobos, con sus Discípulos, le ha dicho el responder que
tiene que dar el que tiene hijos con madre.
Y también sus padres tienen que poner el
querer de Dios lo primero.
Esto era lo que los Discípulos íbamos
enseñando, que eran Palabras del Maestro, que con Dios quería que Lo
nombráramos.
Al que le dijeron que ya lo comparaban
con el Discípulo número doce, su cuerpo, antes de morir, ya tenía sitio en el
Infierno.
***
Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C5
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