En Sueño Profético decían: 
Se agotaron las fuerzas del
mal y no pudieron llegar a estos Escritos para darle silencio. Llegó el triunfo
final sin parar al Instrumento, aunque duró el caminar. 
Dijo uno: 
Si el hombre se quitara la
venda que el espíritu del mal le tiene puesta, vería claro cuando Dios toma
posesión de un espíritu para dar a conocer su Existencia. Que la venda se la
quita diciendo: “Señor, quiero ver. Señor, quítame esta desconfianza”. Si el
hombre así le hablara a Dios seguro que tenía respuesta, pero tiene que poner
limpieza en sus actos, tiene que corregirse sus defectos que tanto daño hacen a
Dios y al Prójimo. Si el hombre quisiera ver, vería a Dios, y Lo vería en tantos
momentos que hablaría normal de Dios cuando de Él le contaran un hecho, bien de
espíritu o bien de cuerpo. Pero el hombre duda mucho y cree poco en los
Evangelios, que lo mismo que ocurrió antes hoy está ocurriendo. 
A los espíritus enfermos
Dios les mandaba, en su Nombre, que salieran de los cuerpos. Si creemos esto
que Él decía y que hoy sigue diciendo, hagamos ruegos y rezos para sacarlos del
cuerpo. La carne se cura tomando medicamentos, pues el espíritu se cura
rogándole a Dios por ellos cuando sean instrumentos que a Dios no van
persiguiendo. Los ruegos son para los que les atormenta el tormento. 
Desperté, oí: 
Estas razones que dan en la
Gloria no las pueden dar hoy nadie. 
Aquí el que comparar pusiera
vería grandes estos Arrobos sin que los pueda impedir nadie. 
Es lástima que no quieran
ver y que en la Gloria tengan el nombre de ciegos. 
¡Cuanto sufrir se acortaba
si siguieran el consejo! 
Que siguiendo el consejo
muchos no perderían la Gloria, y a Dios alegrías mandarían cuando el sano de
espíritu pensara: 
Dios fue el que dijo: “Salir espíritus malignos”, y ya
quedaban curados. 
Pues con tus obras y con tus
palabras puedes ir quitando tormentos, pero tienes que creer en la enfermedad
del espíritu y en el grado de endemoniado.
Pues según sea la enfermedad
así irás aumentando la dosis, pero ten seguridad de que Dios ya lo irá curando. 
***
Libro 69 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VIII  


 
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