Quedé dormida pensando tantas
cosas, que mi último recordar fue éste: “Señor, nadie más que Tú sabe cómo
pido, y lo que quiero”. 
En Sueño Profético decían: 
Luego llegarán los historiadores
reformando, transformando, agrandando o achicando, según los hechos entren en
sus cuartillas, para el triunfo de ellos. 
Dijo uno: 
El hombre, pocas veces da el
diario con justicia, con medida, con su peso, o con fotografía de aquello que
va a cundir, que estaba oculto hasta enterrar aquel cuerpo. Que en todo hay
fallo, porque quién mejor cantará el “quiquiriquí” que el propio gallo. 
Hay muchas más cosas, en lo
Divino Sobrenatural, que no son comprendidas como no las explique el que Dios
se las comunica o se las hace comprender. Por eso, en estos arrobos, queda todo
escrito. Para que, con buena intención o con mala, no puedan los cultos hacerle
reforma. 
Desperté, oí: 
Si el Nombre de Dios no apareciera, ni el del Comunicante, formarían filas
para coger estos Escritos. 
Todo lo dicho al Comunicante para
Enseñanza, quedará libremente al alcance de todo el que quiera saber de esta
Gloria. 
Esto es en Vida del Instrumento, para
que el engaño no participe como en otra cosa más del hombre. 
El hombre, pocas veces escribe del
que ya no existe su cuerpo, con las mismas medidas que tenía, con la misma
altura o con el mismo peso. 
Si no acuden a esta Grandeza
Divina, que a diario está ocurriendo, y que el Comunicante sufre por el
desprecio y el silencio, ¿qué verdad podrán escribir después de que muera el
cuerpo del Instrumento? 
¡Hombres que engañan al hombre, porque
no viven Presencia de Dios! 
El empiezo del Mensaje es Mando
que manda Dios para que el hombre compare que espíritu con materia siempre
tiene a Dios delante. 
***
Libro 21 - Te Habla El Profeta - Tomo III - C6  


 
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