martes, 11 de febrero de 2025

La calle de la amargura

En Sueño Profético hablaban de que cualquier cosa puede hacerte que pienses en Dios, que veas que no eres nada, que pidas Perdón y te entre un arrepentimiento profundo, o que todo puedas verlo con una diferencia grande con tu forma de proceder en tu Amor a Dios. Comparación que tú haces, que nadie puede saber ese Amor como lo haces: si es por Amor a Dios, o haces lo que otro hace. Cualquier cosa puede hacer que cambies en tu interior, interior que no ve nadie, que tan sólo lo ve Dios.

Voy a contar lo que un día, estando en la vendimia, me contó a mí un jornalero estando todos preparados para comer y sacando cada uno de sus alforjas lo que la familia le echó. Me dijo este jornalero:

“Traigo poca comida, pero me sobra. Acabo de ver un hecho que me ha acercado a Dios. Estaba hablando con el hombre de la casilla, y ha llamado a las gallinas para echarles de comer. Las he observado y me han acercado a Dios. Bebían y ni una dejaba de buscar a Dios. Terminaron, y con alegría movían la tierra. Sentí vergüenza y miedo; vergüenza de mi desprecio hacia Dios, y miedo de ver mi fosa sin Dios. Ya digo, que el mirar a las gallinas me ha acercado a Dios. Cuando llegue a mi casa, ¿cómo se lo digo yo a mi mujer y a mi madre? –que siempre, en oración, las veían por la calle del Calvario, donde hay una ermita y el Señor está esperando que se acerque el que quiera, y Él le consuela el llanto–.

 

Desperté, oí:

 

De la alegría que llevaba

el humilde jornalero,

no sabía cómo decirlo,

por si caían al suelo.

¡Cuánto sufrió aquella madre

cuando decía: “hijo mío,

ama a Dios antes que a nadie”.

Y a veces le contestaba:

“¡si a Dios no lo ha visto nadie…!”.

Si la mujer le decía:

“yo no quisiera morir

sin que inclines las rodillas

en el que te espera Allí”.

Él contestaba tan necio:

“pues ya te puedes morir,

porque yo lo que me creo

es lo que estoy viendo aquí”.

Él sintió el Amor a Dios

cuando bebió la gallina

y mandó gracias a Dios.

Luego, para hacerle pensar,

con alegría la gallina

movía la tierra para atrás.

¡Bien que pensó el jornalero…,

que creyó en Dios del Cielo!

La calle de la amargura

vio un día amanecer al hijo,

a la madre y ,cantando, a la mujer.

¡Cualquier cosa puede hacerte

que a Dios tengas que querer!

***

Libro 14 - Dios Manda En Su Gloria que Enseñen - Tomo II - C7

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