En Sueño Profético decían:
¿Qué
contestación daría uno que no quisiera oír al que Dios habla en él, cuando le
dijeran: “expón razones justificadas, y éstas expuestas delante del
Comunicante”?
Se
repetiría la escena como cuando vivió de Carne el que hoy habla en otra carne.
Entonces, de todo el mal que Lo acusaban era, de que no era Dios, de que no
tenía un Reino en otro mundo, de que no era Rey de la Tierra, de que no era
mandado por el Padre, y de que como Dios es Amor, Caridad, Humildad y Perdón,
había que matarlo.
¡Sí!,
Dios quería y quiere al hombre. Pero el hombre responde a este Amor con
indiferencia y mal trato al Lugar.
Vuelve la pregunta: ¿qué mal hacen las Palabras que dice este Lugar? –que no dice, y que sí dice: “me dicen”–. Éstas mismas Palabras fueron dichas por el Padre en una materia, que a esta materia no Le decía el Padre: “Éste es mi Hijo”. El Padre dijo: “Es mi Hijo”, a la Carne que Él mandó que se hiciera con su Espíritu; Espíritu que con el Poder del Padre, hace a Dios Hombre, y ya es Dios el que habla en su misma Carne. Dios Padre queda Aquí, Y Dios Hijo que vive entre el hombre. Dios habla tres veces: antes de su Venida, en su Venida y después de su Venida. Este “después” será por todos los siglos, siglos in fin.
Desperté, oí:
¿Qué
mal hacían los que Dios habló en ellos antes de su Venida?
¿Qué
mal hizo Dios de Hombre, viviendo con el más humilde y ofreciendo la Gloria del
Padre?
¿Y
qué mal hace el que te enseña lo que Dios le dice: que si quieres, aprendes a
amar, y Él te perdona?
Que
para enseñarte a ti, Dios permite que a él desmientan.
A
todo el que oiga la Palabra y diga: “me habla Dios”, tú no le cargues la cruz,
que se la cargas a Dios.
Y
no busques a un “Pilatos”, porque presentas a Dios.
***
Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - Cierre de Libro
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