domingo, 16 de febrero de 2025

No puedes a Dios amarlo y al Prójimo olvidarlo

En Sueño Profético decían:

Sólo recordando las Palabras que Dios Hombre dijo a los hombres cuando vivió de Hombre, bastaba para ser hombre bueno, bastaba para arruinar a la guerra, bastaba para hacer que escaseara el hambriento, bastaba para que el espíritu viviera la Paz, bastaba para vivir en el Prójimo; que Prójimo es Presencia de Dios.

Dijo un Discípulo del Maestro:

Una mañana, de esas mañanas de frío, que el hablar te roba el calor del cuerpo y dejas comida por lumbre, veníamos con el Maestro, y al pasar por un portalón –ya a las afueras de un pueblo– de estas casas que uno rompió la puerta para refugiarse dentro y otro entró por la ventana sabiendo que no había nada y no reñiría el dueño –era una casa en ruina, esperando hacer cimientos, y ya sería una casa. Era una tapia en ruina, que aquel que quería, entraba–, había un hombre mayor que le tiritaba hasta el habla, y un joven se estaba quitando abrigo para dárselo al viejo, y entre el sí del joven y el no del viejo, allí hicimos parada. Fue los dos ver al Maestro –que los dos ya Lo conocían–, y se acabaron las palabras e intentaron inclinar las rodillas. Antes se oyó al Maestro:

   Estáis cumpliendo con tanto Amor mis Palabras, que el Amor ha hecho que Me mande aquí mi Padre. Veníos con mis Discípulos y mi Mando”.

Y mirando al viejo, dijo:

   Ya no te faltará lumbre, comida y cama, por llamarme con la certeza, sabiendo que a alguien Yo te mandaría”.

Ya, con su Mano puesta en el hombro del joven, dijo:

   Y tú has dado abrigo porque sabías que a Mí llegaba y mi Presencia tenías”.

Y terminó diciendo a los Discípulos:

   Contad este hecho, para que sirva de Enseñanza, de Fe y de Amor al Prójimo”.   

 

Desperté, oí:

 

No hay más creencia

y Amor a Dios,

que el Prójimo te conozca.

No puede faltar Amor

si no dejas la vereda,

que es el Camino de Dios.

¡Qué momentos vivirían

los Discípulos de Dios!

Momentos para aprender,

porque llevaban Amor.

¡Qué lección de Amor a Dios

daba el joven

para quitarle el frío

al anciano, enfermo y pobre!

Muchos, antes que él, pasaron,

miraron y siguieron andando.

Éste, ama y se queda.

No puedes a Dios amarlo

y al Prójimo olvidarlo.

El que al Prójimo no olvida,

a Dios llevará de Guía.

***

Libro 13 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo II - Cierre del Libro

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