jueves, 10 de octubre de 2013

Éxtasis es comunicación sólo del espíritu

En Sueño Profético hablaban del Éxtasis. Decían:

Son muy pocos los que se puede hablar con ellos de estos Hechos por Dios mismo. Son muy pocos, por ser pocos, poquísimos, los que a Dios aman. Hombres cultos de la Tierra se les ha oído y se les oye grandes barbaridades.

Éxtasis es comunicación sólo del espíritu: veces de sentir la carne; veces de no darse cuenta la carne de lo que está ocurriendo. Este Éxtasis, puede Dios y hace en varias formas. Ya, cuando el espíritu está enseñado, apercibe rápido el Mando de Dios, dejando a la materia sin mando, sin actividad para rechazar lo que Dios está mandando. Éstos son Éxtasis de elevada Enseñanza. Este espíritu, en el Arrobo, queda convivencia normal a los que Aquí viven, pero con Mando de Dios para mandar a la materia. Ya, en este espíritu, Dios suena sus Palabras, para comunicación con el hombre, y ya llega la máxima Enseñanza: Dios hablando en la carne del hombre; nombre puesto por Dios Padre: Profeta; máxima Palabra: Dios hablando para que la Enseñanza no quede dicha, sino “diciendo”. Después del Profeta, vino el Éxtasis y el contemplativo. Después del Profeta, vino Dios hecho Hombre.

Dios Padre enseñó a que recibieran su Palabra, pero para aprender tenían que oír, y si amaban, enseñarían.

Desperté, oí:

¡Es pena que el hombre no pueda hablar de esta Gloria porque no quiera!

¡Es pena que hable y que por falta de Enseñanza líe esta Grandeza que es Dios!    

Se debía exigir al hombre, antes de hacerse culto, saber hablar con seguridad de Aquí.

Dios deja la Libertad para amar o despreciar este Amor.

Y el hombre debía exigir a que hablaran los cultos, con seguridad de Aquí.

¡Cuántos chicos no disfrutan de esta Gloria, por el culto poner veda!

Debía el hombre pensar en el hombre de la Tierra, que Tierra tiene final.

Pregunta al que Dios trae, para que sepas hablar.


***

Libro 9 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo I - Pág. 24-25-26

1 comentario:

  1. Nuestro principal interés debería ser conocer la Vida que nos espera y acudir a quien, instruido por el mismo Dios, nos pueda enseñar.

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