En Sueño Profético hablaban de la libertad que el hombre le da al cuerpo por no creer en el espíritu ni en otra Vida, de donde baja el “sí” para que su cuerpo tenga vida hasta que el espíritu oiga llamada de su Dueño.
Decían:
El hombre debería dejar la libertad para hacer lo bien hecho y publicarlo, que sería premio a lo bien hecho. Pero lo que fuera a hacer mal, prohibirlo antes de hacerlo. Si el árbol daba veneno, no sembrarlo. Y si su fruto daba veneno, para otras cosas emplearlo, y que esto fuera vigilado, sin poder nadie llegar al veneno que da el árbol.
Si lo que no se debe hacer, desde niño estuviera vigilado, ya crecería aquel cuerpo sin poder hacer nada malo, y todo le extrañaría que el no hubiera pasado. Si oyera decir “aquél tiene hambre y no tiene comida”, si estaba acostumbrado a hacer el bien, él daría la mitad de la suya. Y si oyera decir “dos hombres se han pegado”, su cara se entristecería, por no estar acostumbrado a que el hombre se maltrate como las fieras del monte.
Si el hombre creyera que hay otra Vida después de ésa, el cuerpo seguiría al espíritu, para ayudar a que el espíritu no se perdiera y volviera al Sitio de donde Dios lo mandó a la Tierra.
Desperté, oí:
Culpaban en la Gloria al hombre de que el hombre perdiera la Gloria.
Nombraban mucho: “Libertad maldita, engaño del hombre”.
Libertad, que debería ser empleada para los Mandamientos de Dios practicar y publicar.
El hombre podría, al mal, quitarle la libertad, y ya iría preparando para que quisieran Gloria.
Dios podría quitar la Libertad con una sola palabra.
Pero esto no lo hace Dios, porque su Gloria ya no sería Gloria.
Sería un sitio eterno, que existe con el nombre de Infierno.
Dios manda la vida al cuerpo, y luego llama a la vida.
Si el hombre cuida el cuerpo, Aquí cuenta con Gloria segura.
¡Es lástima que los hombres vivan cultura y progreso y no enseñen a vivir cómo no perder el Cielo!
El hombre puede emplear la Libertad para hacer el bien.
Y perseguir todo lo que lleve al mal.
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Libro 29 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo IV - C3
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