En Sueño Profético hablaban de temas diferentes. Decían que la constancia aburría a la mentira; y que las fuerzas, si las pedías para el Prójimo, Dios te las daba. Que estas fuerzas no son para levantar peso de carga, son fuerzas para el espíritu, que es el que no se cansa de hacer oración a Dios para que busquen sus Palabras, que está diciendo a diario, y el hombre le da la espalda al que por Él tiene que ser juzgado.
Dijo uno:
El Elegido para enseñar tiene muchos en contra, porque de los que lo ven y lo oyen son pocos los que creen en esta Gloria. Tiene que poner el sí donde tú pones el no, y tiene que poner el no donde tú pones el sí.
Este caminar le cansa al que a Dios no lleva dentro. Que esto lo sabes tú si de oír estas Palabras no tienes cansancio, todo desprecias y vives vida de Paz, y ya nada te interesa. Si de acuerdo no estás eres mueble inservible, que ni sirves ni decoras.
Desperté, oí:
La Enseñanza del espíritu
es difícil enseñarla
para el que no tiene Amor,
que este Amor se ve en la cara.
El Elegido
que Aquí Dios le da sus Palabras,
no puede guardar silencio
ni reservar la Enseñanza.
Es Fuerza tan poderosa,
que si los mares se mueven,
¿cómo no se va a mover la persona?
La Fuerza de Dios te empuja
a que seas como Él quiere
o a que no hagas lo que Él no manda.
Pero tienes que querer
servirle a Dios,
sin hipocresía por dentro
ni por fuera.
La de adentro la ve Dios,
y ya hace que otros la vean.
Que esto es menos oculto
que las cosas de la Tierra.
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Libro 31 - Te Habla El Profeta - Tomo IV - C4
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