En Sueño Profético hablaban de la Caridad de Dios al hombre y del desprecio del hombre a Dios. Decían:
Hombre que nombre poco a Dios, ya es pecador.
Hombre que no acuda donde hay huella de Dios, ya es más pecador.
Y hombre que lo llamen donde Dios esté hablando, para que firme verdad o descubra engaño, a esto, el no acudir, ya no es que sea pecado, es que hace servicio al mismo Diablo. Éstos, que no den disculpa dando a Dios engaño, porque esto no ha sido unos días, unos meses ni unos años, ni ha tenido unas normas, esperando que te llamen, lo mismo que el Elegido tiene que ir pordioseando para que el hombre crea lo que Dios le está mandado.
Si esto lo pensara el hombre que tiene Esto en sus manos, no podría pensar otra cosa, y el “¡Perdón, Dios mío!” no le faltaría del pensamiento y la boca.
¿Qué respuesta le darán a Dios el día que se vean morir –aunque los vean los demás– y tengan que entregar cuentas al Dueño de las dos vidas?
Puede que la Caridad de Dios no llegue en su agonía.
Desperté, oí:
Van a ser muchos los apartados, porque ellos lo han pedido no haciéndole a Dios caso.
En espíritu sin cuerpo ya no podrán decir: “¡Señor!”.
Porque sería a la fuerza, y esto ya no sería de Dios.
¡Representantes de Cristo, que deberían entristecerse cuando vieran los Libros!
Cuando leyeran un Evangelio, hoy dicho, del mismo Dios, que no es Muerto.
Que por no ser Muerto, juzga a vivos y a muertos.
Y su Reino no tendrá fin.
Si esto lo dicen creyendo, ¿cómo no acuden aquí?
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Libro 27 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo II - C2
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