En Sueño Profético decían:
Si practicas la Palabra de Dios, no puedes vivir pecado, ni puedes oír y reír al que ve bien el pecado.
El pecado es criminal para el espíritu y para el cuerpo.
Al cuerpo lo va dejando, de lo malo, al descubierto. Y al espíritu lo pone en contacto con espíritus del Infierno.
Al pecado le abre puertas el que no ve nada malo, que no ve porque no se acerca a Dios y no cumple lo que Dios tiene mandado.
Dijo uno:
Yo, Agustín, cuando ya de ti me hablaron, noté en mi cuerpo dos fuerzas, la de Dios y la del pecado.
Ya sigue Agustín:
Yo, cuando te vi llegar,
noté tu arrepentimiento,
y esto no puede negarse,
la cara lo va diciendo,
la cara y las respuestas,
cuando te creen los mismos
que días antes te vieron.
Es la peor enfermedad,
que te atormente el recuerdo
de aquello que hiciste mal
y no quedó en el secreto.
Desperté, oí:
No puedes diagnosticar,
de estas dos enfermedades,
cual es la peor:
Si el pecado en secreto
o el pecado de escándalo.
El de escándalo, no quieres,
y sigues en el escándalo.
En cambio, el del secreto,
es pecado meditado.
Yo pequé con el escándalo.
Pero a Dios Le pedí
que aborreciera el pecado
y que nunca me negara
a decir quién era
a aquel que me preguntara.
Horas de sueño
me quité para los estudios
que hacen falta en la Tierra,
pero cuando dejé el pecado,
mis libros eran mi conciencia,
y no admitía el sueño,
por tener de Dios Presencia.
Me ofrecí, si me admitía,
a buscar a pecadores.
Primero me presentaba
con mi nombre, y el perdón,
que mi vida ya lo hablaba.
AGUSTÍN DE MÓNICA
***
Libro 26 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo III - C5
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