En Sueño Profético decían:
Puede más el querer que el poder. El querer busca al poder, y ya Dios hará Presencia, porque el querer, a Dios llama.
El poder sin querer, no busca al querer. Que este querer es llamada de Dios.
Dijo uno:
Yo, cuando viví con cuerpo tenía siempre esta oración anclada en mi pensamiento:
Señor, si a Ti no Te voy a servir, para qué quiero mi cuerpo.
Si mis bienes los escondo, quítamelos y que vayan a otro.
Si mi lengua no sirviera para dar alabanzas al Cielo, de qué me sirve la lengua.
Déjame mudo, y mi mirada Te alabará mirando al Cielo.
Lo que no sea para servirte a Ti, no lo quiero.
Desperté, oí:
Esta oración yo la hacía
sin palabras y en mi trabajo.
Tampoco la hacía seguida.
A cada acción del día,
un pedazo le ponía.
Si estaba con algún amigo,
en palabras me la oía.
El pedazo que se fue cundiendo
es este que hoy se dicta:
“Señor,
si a Ti no Te voy a servir,
para qué quiero mi cuerpo”.
Cierto,
que al querer servir a Dios,
Él siempre te hace Presencia.
***
Libro 25 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo III - C8
No hay comentarios:
Publicar un comentario