domingo, 13 de marzo de 2022

Vete, tentador Demonio, que aquí quedas fracasado

En Sueño Profético decían:

Hacer caso del Elegido es creer que aquí habla Dios. Hacer caso del Elegido es estudiar los Mensajes y compararlos con tus hechos: si son como Dios quiere que los hagas, o los haces sin obedecer estas Palabras.

Dijo el Mando de Dios en un espíritu:

Dios deja el Permitir para que al daño se aprenda a despedir. Hay espíritus que intentan hacer daño utilizando cuerpos que tienen el valor de una marioneta. Pero si tú estas preparado con esta Enseñanza, cuando veas que te quieran retirar de esta Grandeza, di en silencio estas palabras, que a Dios llegan y Aquí dictan con el Mando de Dios:

“Vete, tentador Demonio,

que aquí quedas fracasado.

Me pase lo que me pase,

a Dios Lo busco y Lo llamo.

Si mis fuerzas te persiguen,

yo te dejo arrinconado”.

Si esto, con fuerza lo pensaran, al Elegido le quitarían sufrimientos. Porque el sufrir del Elegido es ver cómo los engañan.

Desperté, oí:

En todo lo que sea para hablar de estos Dictados, dichos en Gloria, que se quiten los inconvenientes que pongan.

Decían en la Gloria que muy pocos hacían estas comparaciones que el Elegido piensa y dice:

“Señor, si yo pienso en los pocos que Te seguían y en los muchos que Te despreciaban, ya retiro mi sufrir y acepto todo lo que me venga”.

Si el que Dios elige no sufriera, hablarían de él de esta manera:

“Está con Dios porque todo lo que a él le llega es cosa buena, está sano y tiene dinero de sobra”.

Lo que sí es pena es que el que esté cerca de aquí, no aprenda cómo luego estará ahí.

Decían en el arrobo que en el Elegido era tan grande el Amor que a Dios le tenía, que siempre al enfado despedía.

Aquí se ve más que Esto es de Dios, por el desprecio que al Elegido le tienen y por el poco valor que a su consejo le dan.

El poder del mal tiene fuerza por el Permitir que Dios deja.

Dios deja el Permitir para que más se destaque el que a Dios quiere servir.

El sueño ha sido corto, pero el arrobo ha hecho grande el Mensaje, con lágrimas por dentro, sin nada mojarse.

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Libro 47 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VI - C7

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