martes, 29 de marzo de 2022

Si te llega sufrimiento, cámbialo amando a Dios.

En Sueño Profético decían:

Cuando vives alegrías de Dios, ya retiras los sufrimientos. Cuando vives alegrías de Dios, ya tu vida es diferente. Todo lo que te llega lo recibes nombrando a Dios: en el sufrir, para pedir fuerzas y que la Fe no te falte y el Amor a Dios sea cada día más grande. En las alegrías, que Dios te ponga un camino, para que estas alegrías puedan contagiarse.

Se vio una casa grande y una mujer salía de ella con un niño de la mano y otro en brazos. Iba vestida con ropa nueva, pero su cara llevaba pena. Ya se oyó una voz que a ella presentaba:

Todo lo que se ha dictado es de la vida de esta mujer. Con tantos sufrimientos como tenía, su consejo era siempre dando alegrías. Éste era su consejo:

“El que se vaya de esta vida sin tener sufrimientos, no puede servir a Dios para ir dando, a ricos y a pobres, ejemplo”.

El marido, del trabajo que tenía, quedó paralítico en un sillón. La familia no les abría mucho las puertas. Pero a ella no le faltaba el trabajo. Se ofrecía a cuidar niños donde a los suyos los admitieran. Esto se cundió y todo el pueblo la buscaba, y en la iglesia la encontraban. Iba todas las mañanas con el niño de un año en brazos, y al de tres lo llevaba de la mano. Sus consejos eran de alegría con estas palabras:

“Yo hago mi trabajo, y donde voy, a mis hijos me los cuidan, dándoles más que yo puedo darles en casa. A mi marido se lo llevan, en el sillón de ruedas, al mesón que hay cerca de casa. Les sirve para acarrear clientes cuando se enteran de la vida que yo hago con mis hijos. Esto no es milagro para que yo esté contenta. Yo no podría vivir quejándome de lo que Dios ha permitido para darme premio mayor”.

Desperté, oí:

Cuando llegaba a mi casa, mi marido contaba alegrías, y yo más grandes las contaba.

Mis alegrías le podían al sufrimiento. Estas palabras no son mías, son de mi marido, al que todos los días lo llamaban en el mesón para que hablara de Dios.

Decían, que él tenía alegría porque su enfermedad le daba mayor renta cada día.

Que si no hubiera tenido el accidente de muerte que tuvo, podría haber perdido la Gloria.

Al pensar estas palabras, doy las gracias a Dios. Prefiero lo que nos ha pasado, antes que vivir como veo que vive el rico y sano que no se acuerda de Dios.

Mi marido era pobre y retirado de Dios.

Este sufrir me abrió las puertas de la Gloria, y Aquí estoy con Dios.

Si te llega sufrimiento, cámbialo amando a Dios.

Esto ha sido contar un poco de la familia que su gran sufrimiento, a muchos del pueblo, les hizo buscar a Dios.

El sufrimiento hace falta para que elija Dios.

***

Libro 60 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VII - C2

1 comentario:

  1. El Mensaje es impagable!
    Es alegría Divina tener la compaña de Dios y dejarlo que nos trace los caminos para llegar a la Casa del Padre.

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