En Sueño Profético decían:
¡Qué alegría es la alegría cuando es alegría
de Dios! Que esta alegría se da cuanto sientes Amor de Dios. Es una alegría que
en todo le buscas sitio, y a todo, sitio le quitas. Le buscas sitio en la
tristeza, para que vivan la alegría. Y quitas la alegría donde alegrías quitan
porque en Dios no confían.
Dijo uno:
La alegría sin Dios yo siempre la conocía y
no podía seguirla. Aunque sólo oyera risa, a mí me ponía triste. Era alegría
sin Prójimo, y derrochando dinero, que era alegría de pecado, sin nombrar al
hambriento. Era alegría de cara, sin sentimientos por dentro. Yo le llamaba
alegría a estar siempre con Paz y que le sirviera al Prójimo. Y ya llegaba la
noche recordando lo que había repartido en salario y en consejos.
Desperté, oí:
A muchos les hice pensar
lo que era la alegría.
Cuando al día siguiente
cada uno refería
cómo vivía la alegría.
Estos que aquí refiero
tenían algunas sobras de dinero.
Y me juntaba con ellos
por ver si podía cambiarlos.
Pensaba: el hierro,
siendo más duro,
lo dobla el herrero
en la fragua.
Pues yo voy a ser el martillo,
y con la ayuda de Dios
les voy a hacer que cambien
y que piensen como yo.
En el mesón que nos juntábamos
se fue cundiendo
cómo yo vivía la alegría.
Ellos seguían mi camino,
ayudando al que no tenía
para mal vivir
o a enfermos sin familia.
Cuando éstos practicaron,
si vivieron alegría.
Siempre estaban contentos
y creían que poco hacían.
Hazte camino de fragua,
pero que Dios sea tu guía.
***
Libro 31 - Te Habla El Profeta - Tomo IV - C7
No hay comentarios:
Publicar un comentario