En
Sueño Profético decían:
Pasan
los años para los hombres, pero no para el tiempo. El tiempo espera la lluvia,
el aire, la tormenta, el verano, el invierno, la sequía, y también los
terremotos. Los años te van quitando belleza, anulando cargos y grandes
carreras. Ya el capital lo escondes porque tu presencia no necesita capital,
porque tu pensar es: “A mí eso ya no me va, ni las fiestas, ni las ropas de las
fiestas”.
Sigue
un espíritu que cuando vivió su cuerpo veía que los años seguían sus
pensamientos y le hicieron que pensara lo que aquí se dicta:
Yo me
crié con una familia que tenía capital grande y no pensaba en los años, que
cuanto más tardaran dándoles vida, menos disfrutarían lo que tenían. Los tres
hijos que tenían, siempre estaban pensando en la herencia, y aunque no querían
decir estas palabras que dictan, más las nombraban cuando veían lo que
deseaban. Estas eran las palabras:
“Yo no
quiero que mis padres mueran. Pero cuando pienso en lo que me gusta y quiero comprar,
tengo que decir de pensamiento: Señor, ¿cuándo te los vas a llevar? Que yo
cuando mueran no los voy a olvidar”.
Desperté,
oí:
Este
arrobo era hablando de los años en los que dices: “Cuando pasen unos años podré
comprar lo que tengo ganas de tener”.
Estos
herederos que se han nombrado, cuando cogieron la herencia, ya no tenían ganas
de fiestas.
Aquí
se ve que los años no son para el tiempo. El tiempo siempre está igual en sus
fechas.
Pero
el hombre, cuanto más cuente tener cuando pasen años, menos le sirve él a los
años.
Decían
en la Gloria:
“Si tienes para dar herencia,
retira la palabra herencia,
se la das al que la espera,
y ya
no pide que te mueras".
Tú
quieres el bien para todos, pero tienen que pensar que el bien Dios lo da
cuando tú a su servicio estás.
Estos
arrobos son enseñados por espíritus que tuvieron cuerpo y hoy están con Dios en
el Cielo.
El
sueño tardaba porque la alegría lo retiraba.
***
Libro 55 - Investigaciones a la Verdad - Tomo IX - C8
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