En Sueño Profético decían:
Cuando se siente el Amor de Dios, es
porque tu forma de vivir lo buscó. Este buscar es en la alegría y en el sufrir
que la Tierra da. Estando diciendo estas Palabras se vio una calle con casas
antiguas de una sola planta. A pesar de lo antiguas, gustaban. Estaban sentadas
en la puerta muchas mujeres. También había chiquillos, de cuatro hasta unos
once años. Las mujeres más jóvenes que estaban sentadas tenían a los niños
chicos, que todavía no andaban, en sus brazos.
Dijo uno que llegó a ver a su mujer, que
tenía el niño en brazos, pero que no tenía silla porque vivía en la calle que a
ésta seguía:
—Ya no moveos de aquí, que el Maestro ha dicho en la plaza, donde había
unos pocos esperando, que otro día, cuando viera la plaza más llena, hablaría
de su Reino.
Estando diciendo estas palabras, se vio
un tropel de gente diciendo:
—¡Viene el Maestro!
Fue presentarse, vestido con su Túnica y
dos Discípulos que le acompañaban, y estas fueron sus primeras Palabras:
—Aquí os voy a dejar unas Palabras que Dios Padre Me ha dicho: “Donde
sepan que vas a pasar y pocos te esperen, tus Palabras sean cortas, y di que es
Mando mío.”.
Todos se pusieron de pie cuando Lo
vieron. Y continuó diciendo:
—Siendo todos de Israel, sólo son iguales vuestros cuerpos, porque
vuestros espíritus son diferentes. Vuestro espíritu tiene abandono a mis
Palabras. Os voy a dar el Mando que mi Padre ha dicho en Mí y que aquí os digo:
“Cuando nombréis mi Nombre, diciendo lo que Yo os he dicho, si sabiéndolo no
acuden, decidles que a Mí me busquen y seguid andando”.
Desperté, oí.
Este Mensaje ha sido visto y oído con la
misma Visión y las mismas Palabras que cuando estaba Dios en la Tierra con
Cuerpo.
Esta calle la llenaban todos los que
sabían que por ella pasaba el Maestro.
De unos a otros se cundieron estas
Palabras que decía el Maestro:
“El que sepa que Yo paso por esta
calle y no acuda, éste, mis Palabras no las oirá de Mí. De otro las oirá, pero
la Fuerza que mi Padre pone en Mí no le llegará.
Dijo un Discípulo que Le acompañaba:
“Va grande diferencia de la plaza que
hemos pasado –que estaba casi vacía, sabiendo que el Maestro por ella pasaría–,
a esta calle. Ésta será la “Calle del Milagro”, y así la nombrarán en este
pueblo.
Pues a la calle del Milagro en altura la
pusieron, y todos los que tenían sufrir o alegrías, en la calle se reunían,
diciendo:
¡Mi vida me la ha cambiado la calle del
Milagro!
De este Mensaje, la Visión y las Palabras
son de cuando Dios estaba con Cuerpo en la Tierra. Su Mando ha dicho que se
refiera y que la misma Visión tenga.
Esto es porque este Elegido está para recibir el Mando que Dios le da y enseñar lo que nadie puede enseñar.
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Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C5
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