lunes, 5 de septiembre de 2022

¡Me vas a servir a Mí!

En Sueño Profético decían:

Si no hay arrobo, no dices Sueño Profético. Y si no hay sufrimiento, no puede haber Enseñanza de espíritu. Todo es saber y vivir aquello que otro dijo. Pero no es lo mismo contar el hecho, que vivirlo uno mismo.

Dijo uno:

Hay tanta diferencia entre mojarte tú a que veas a otro mojado, que si coges enseñanza, lo verás todo cambiado: lo del que habla porque lo vio y lo del que cuenta su caso. Por eso son pocos, o ninguno, los que Dios aquí ha enseñado sin que a Él lo hayan seguido, buscándolo en el Calvario.

¿A que esto no lo piensa el hombre antes de pedirle a Dios cuentas? ¿A que no se hace examen de actuaciones, con razón o sin razón, y él mismo se clasifica, diciendo: “Yo nunca seré elegido en esta grande medida que lo es este Elegido”?

Pues fue el espíritu a la carne enseñando en un principio, diciendo: “Si Dios sufrió y sufre, ¿quién soy yo para no Seguirlo? Ya me mandará las fuerzas que mi cuerpo necesite y tomaré el consejo que Dios a mi espíritu le envíe. ¿Quién me guiará mejor que Dios cuando yo quiera ser suya?”.

Desperté, oí:

Hay a quien le sirve el sufrir

para que Dios luego diga:

¡Me vas a servir a Mí!

Y entonces tiene el pago,

con Licencia de Aquí

para enseñar su Mando.

Para contar de esta Gloria,

lo que el hombre jamás puede saber

por talento, por dinero

o por cargos que tuviera.

¡Cómo comparan en la Gloria

el ver a alguien mojado

o mojarte tú tu ropa!

No es la misma reacción

cansarte tú,

que ver a uno cansado.

Pero si antes te cansaste tú

por andar camino largo,

ya sabrás como orientarlo

para que saque partido

de aquel andar ya pasado.

Enseña más,

sufrimiento amando a Dios,

porque ves a Dios a tu lado.

Hay quien sufre y no Le sirve

porque no está preparado,

y entonces es cuando sufre.

Y hay quien sufre con la confianza

de que Dios sabe su sufrir,

y Él verá por qué así pasa.

Estos son los que Le sirven a Dios

cuando Él da la llamada.

***

Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VIII - C1

No hay comentarios:

Publicar un comentario