En Sueño Profético decían:
No se debe juzgar,
pero si alguna vez juzgas, tienes que saber juzgar y no querer ofender con tu
forma de hacerlo, y tienes que creer que con lo que juzgas, a Dios vas a
agradar.
Perseguir y
desmentir al que diga “Dios me manda”, sin seguirle sus pasos, es hacer mal
juzgar. Y si sus pasos seguiste y vivía y enseñaba estas Palabras, ya tiene
premio de Arriba, y el juzgar debe ser sin ofender su vida.
Dijo uno:
Al hombre le sirven
poco las Palabras que Dios Hijo le dejó en la Tierra y que se nombran
Evangelio. Todo el que vaya haciendo el bien y diga “Dios me manda o me ha
mandado”, a Dios no ofende, ni Dios se dará por enfadado.
¿Ha pensado el
hombre, en alguien que al ver a otro caído, lo levanta, y al levantarlo le
dice: “Dios me ha dicho que venga y que te dé comida y cobijo”, y que éste
llegue a una casa donde la Paz desconozcan y vivan el olvido de este Dios
Omnipotente, y haga que haya calma y a Dios se nombre?” Si éste dice, “Dios me
ha dicho que venga”, ¿por qué poner duda? Ha podido sentir en su Amor al
Prójimo, este Mando y esta Fuerza que siente todo aquel que a Dios quiere
servir.
Pues aquí es
imperdonable la duda que el hombre ponga, presentando estos Escritos teológicos
y con esta gran riqueza de palabras de Visiones de este Mundo sin materia.
Desperté, oí:
Todo el que vaya
vistiendo al desnudo, dando de comer al hambriento y quitando del pecado, no
puede ir a Dios ofendiendo.
Aunque diga: “Dios
me ha dicho”.
Pues si aquí ven
Enseñanza, y el hombre ve que de la Tierra no es, ¿alguien tiene que mandarla?
¡Es más sencillo
leer y ver la cantidad de palabras que hay, sin que admitan reformarlas!
Si todos los
hombres de la Tierra, un día se fueran abrazando, no queriendo guerras y
diciendo: “Me manda Dios, que por su Paz sea cambiado el crimen, y que destruya
este cerro de pecados”.
Cómo quedaría el
hombre ante la Presencia de Dios, el que se quedara fuera y se pusiera a
juzgarlo.
A aquel que Le
sirva a Dios de palabras, ejemplo y hechos, dile Amén y no lo juzgues, porque
en contra vas del Cielo.
***
Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VIII - C2
No hay comentarios:
Publicar un comentario