En Sueño Profético hablaban del ánimo en el camino de Dios:
Si el ánimo te faltara, tú el camino dejabas. Porque el camino es duro porque el hombre lo pone duro, porque no cree en Dios. El ánimo pide Mando, y ya, al cuerpo obliga a que obedezca su Mando. El ánimo es el motor del cuerpo, que lo obliga el Mando del Cielo. Que este ánimo lo despide la Fe, y ya el cuerpo es pluma en mano, que el movimiento lo da la mano, y la pluma escribe lo que tú vas pensando.
Hombres de Fe quería el Maestro cuando Él hablaba y daba Mando. Si Fe faltaba, ¿cómo ver a Él en sus Palabras? El que hacía su Mando con Fe, no podía compararse ni amistad tener con el que oía su Palabra y quería reformarla por creer saber más que Dios, aunque vieras a un Hombre, pero el Dios se veía en esa Carne.
Desperté, oí:
El que creía y Fe tenía, no podía mover un pie sin decir: “Maestro, tu Mando quiero”.
“Ya tengo la Fe preparada. Nada me podrá salir bien si no cumplo tus Palabras”.
“Si las cumplo, vivo Fe y Esperanza”.
El ánimo lo despiden estas dos palabras:
“No hay ayuda que dé más ayuda, que la Fe y la Esperanza”.
“El que esto no lo viva, ¡qué pesada será la carga!”.
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Libro 28 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo V - C7
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