En Sueño Profético decían:
Los buenos son muchas veces culpables de que los malos no dejen de ser malos.
Los buenos, si fueran buenos, algo bueno irían dejando cuando a los malos siguieran para ir del mal quitando.
Los buenos, si a Dios llamaran pidiendo ayuda para quitar del pecado, ya Dios contestaría, porque Dios bajó a la Tierra para enseñar cómo vivir sin pecado y buscar al que estaba pecando, que esto escandalizó al que no creía tener pecado, al que se creía bueno.
El bueno, para ser bueno, tiene que recibir la injusticia sin devolverla, si quiere decir: “yo soy cristiano y sigo la Doctrina de Cristo”.
El bueno, si es bueno, mejor sabe el malo que es bueno. Y en este saber, puede dejar de ser malo.
Dijo uno:
No hay fuerza mayor que con el mal se enfrente, que el bien, pero éste hecho por Dios. Si el hombre bueno así respondiera, se acabaría lo malo, por fuerza.
Desperté, oí:
Se ha nombrado
hombre bueno y hombre malo.
Pero en estos malos,
no entra el criminal
ni el espíritu diabólico
que está al servicio de Satanás.
Son buenos y malos,
pero viven juntos
en sus faenas y en sus trabajos.
Los buenos nombran a Dios
y no enseñan a los malos
ni en palabras ni en acción.
Y en vez de creer lo bueno,
se va aumentando lo malo.
Porque los buenos no ejercen
lo que Dios tiene mandado.
El que es bueno y ejerce
lo que Dios tiene mandado,
no se cansa de hacer el bien
con el que ve que va
por el camino equivocado,
hasta que lo hace volver
con palabras y buen trato.
Los malos se ayudan más a lo malo,
que los buenos, siendo buenos,
y algunos llamándose santos.
Son los buenos los culpables
de que haya tantos malos.
***
Libro 25 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo III - C3
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