En Sueño Profético decían:
Es más deseado el premio por el que no lo tiene, que por
aquél que es el dueño. Hay quien maneja los valores sin darles ningún aprecio.
Esto ocurre y se ve bien, y hasta se ve con méritos. Pero en las cosas de Dios,
ahí no puede pasar esto.
Dijo uno:
Cuando Dios da el premio de los valores del espíritu, este
premio debe ser abrazado hasta donde el premio llegue, y llorar el que no le
lleguen los brazos, el que la distancia le impida el no poder acunarlos. Para
eso es Publicación, para que lleguen los brazos, para que todos acunen Palabras
o Libros hablando. Que el que mucho ama, al Libro ve respirando, porque ha de
sentir a Dios.
Otro dijo –de los que ponían los mismos ejemplos que Dios Hombre ponía en la Tierra:
Un día dijo el Maestro: “El que a Mí Me oiga y tenga un pájaro enjaulado, éste ya está premiado
por Mí, porque mi Padre lo diferenció de los demás, haciéndole vivir el aliento
del que lleve mis Palabras a su vivienda. El que Me ame, que pruebe a abrirle
la puerta, y verá como no quiere la libertad. Esto, si el dueño Me ama y cumple
mis Palabras, lo verá en el vuelo del pájaro o en la quietud que quede”.
Desperté, oí:
El Maestro, cuando habló, sabía que casi todos los que
estaban oyendo, tenían pájaros enjaulados.
Y quiso que al día siguiente
Lo buscaran los que Le iban a decir:
“Maestro, hice la prueba”.
Que Él sabía
donde había jaula vacía
y donde quedó jaula llena.
El Amor de Dios es grande
y a los pájaros encarcela.
Ellos sienten el Amor,
y no ven la puerta abierta.
Pues si tú amas a Dios,
abrazas premio y te quedas
como el pájaro que no vio.
***
Libro 13 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo II - C5
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