En Sueño Profético decían:
Para
que aprendan, tienes primero que enseñar a que practiquen la Obediencia. Si uno
que tiene Obediencia a las cosas de Dios te dice que ama a Dios, da el sí sin
segundo de demora. Si uno que no practica la Obediencia a la Palabra de Dios te
dice que a Dios ama, retírate de él.
Dijo
uno:
El
Amor a Dios no puede ser Amor si no hay Obediencia. El Amor se retira del
desobediente.
Estas
Palabras fueron dichas por Dios Hijo cuando todos vieron sus Pies andando por
la Tierra antes de ser clavados:
“El que ya Me conoce, si no va a obedecer
mis Palabras, que no venga en mi busca, porque enseñará a la carne a vivir la
desobediencia, y tendrá doble pecado. Yo soy el primero que enseño la
Obediencia, haciendo todo lo que manda mi Padre”.
Dice
otro Aquí en la Gloria, que oyó muchas comparaciones al Hijo del Hombre para
enseñar la Obediencia:
Un
día, dice, que estaba él sembrando con otros sembradores, y que al pasar el
Maestro, se pararon, ya que el Maestro se dirigió a uno de ellos y le dijo:
–¿Son
las tierras tuyas o trabajas a jornal?
–¡No!, yo no soy dueño, yo
administro estos terrenos con el poder que el dueño me ha dado, y cada año hay
más abundante cosecha. Todos cogemos la azada a la misma voz de la obediencia,
que la obediencia es que todos los que aquí trabajamos amamos a Dios Padre, que
Amor manda desde el Cielo.
Y
señalando al mulo que el arado enganchado llevaba, dijo:
–¡Hasta el mulo tiene obediencia! El que lo
lleva le manda, y va labrando la tierra. Pero oigamos el dicho que el labrador
siempre lleva:
¡Arre, y sube la cabeza
con orgullo de obediencia!
Y ya va marcando el surco
mejor que si a mano se hiciera.
Esto no cabe la duda
de
que es Amor y Obediencia.
Sólo
contestó el Maestro:
–Seguid
con esa Obediencia, y ya no hace falta que digáis que amáis a mi Padre.
Todos
hicieron una reverencia, y conocieron a Dios Hombre.
Desperté, oí:
No conocían al Maestro,
y
el Maestro se presenta.
Quería que los Discípulos
vieran
aquella Obediencia.
Para que cuando caminaran,
llevaran vivo el ejemplo
del
Amor y la Obediencia.
Si no hay Obediencia,
los surcos salen torcidos,
y
no puede haber siembra.
Siembra de recolección
de
una abundante cosecha.
Allí Dios pisó la tierra,
y los milagros manaban
con
fuerza de la Obediencia.
No puede haber Enseñanza,
si
no existe la Obediencia.
Hay quien se pierde la Gloria
por
faltarle la Obediencia.
Al que diga “yo amo a Dios”,
tienes
que verle Obediencia.
***
Libro 10 - Hechos de Jesús Peridos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - C5
Si se escarba bien a fondo queda a la vista la Verdad, que quien guarda la obediencia es que ama.
ResponderEliminarEl obediente, ama
El que ama,obedece.