En Sueño Profético decían:
¡Poder de Dios, que el hombre no
piensa en este Poder!
¡Poder de Dios, que con un número
alto de truenos, el mundo quedaría como antes de hacerlo!
Si al trueno, Dios no le quitara
la fuerza, la descarga sería de miedo. Y el poder del hombre sería tortuga
enferma, sin fuerzas para moverse.
Adelanto, ¿para qué sirves, para
ofender a Dios?
Dijo uno:
Al hombre de estos tiempos le
hace falta que Dios su Poder lo ponga a la vista de todos, para que piense lo
que nunca han pensado, si no se ha visto en peligro y sus inventos arrastrados
sin servirle. Que si Dios no sujetara su Poder, el temblor de tierra, los
truenos, el agua y los rayos, con su luz y golpe, al hombre enterrarían.
Desperté, oí:
¡Poder de Dios, que por falta de
amar, el hombre no cree ni teme lo que puede hacer Dios!
¡Poder de Dios, que en la noche
puede acabar el mundo con la luz del rayo!
Decían en la Gloria que estos
Poderes con este escándalo le hacían falta al hombre.
Le hacían falta para que pensara
que adelanto sin Dios es perder la Gloria.
Si el hombre pensara en los dos
Mundos, odiaría el adelanto, que este adelanto es matar cuerpos y romper los
Mandamientos.
Si el trueno lleva fuerza, más
pronto acabaría el mundo un movimiento de tierra.
Debería avergonzarse el hombre
cuando a Dios ofendiera.
Aunque no fuera por temor, que
fuera como hace con el que manda en la Tierra.
***
Libro 47 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VI - C2
No hay comentarios:
Publicar un comentario