miércoles, 20 de julio de 2022

Cuando Dios elige

En Sueño Profético decían:

A Dios puedes enfadarlo por falta de Amor, aunque no hagas pecados. A Dios puedes enfadarlo, y es peor que disgustarlo. Todo lo que a Dios enfada viene de Satanás.

Dijo la Enseñanza de Dios en espíritus que vivieron con carne:

Si de Aquí no saliera Enseñanza, sería camino que cortas a inteligencia y palabras. Eso jamás ocurre cuando Dios elige a un ser humano, que Él hizo a semejanza Suya, para difusión de su Poder y su Gracia Divina, para curar a los espíritus que tiene encarcelados el perseguidor de Cristo. Éste, el perseguidor de Cristo, les hace ver: en el llano, monte, y en el diluvio, sequía; en la calma, tempestad; en la alegría, tristeza, y en el mal, el bienestar. ¿Quién diría: “Yo a Dios amo, pero si de Hombre viviera, yo sería amigo de lejos, pero de cerca no lo sería, porque Él me mandaría?”

Dijo uno:

Empecemos por la Virgen: ¿Habría mujeres entonces, cuando Él bajó a la Tierra? ¡Y a una entre todas coge! No se ha leído en los Escritos que Dios dejó de Hombre, que la Virgen Le dijera: “¿Es que no había más mujeres?” Luego están los Evangelistas que tienen un número justo, como lo tuvieron los doce que se sentaron en su Última Cena, que estos fueron sus Discípulos. Cómo Le iban a decir los once: “Maestro, ¿por qué nos has cogido a nosotros, que ya tenemos que seguir los pasos de tu Camino?” Ninguno se atrevía a demostrar el contento que por dentro llevaba, por creer disgustar al que el Maestro no le mandaba. Se sentían preferidos y el Mando les descansaba. Ya quedan los Elegidos, a los que Dios elige y manda: Unos, que siempre adoraron con sufrimiento, con alegría y con ganas; y otros, que fueron grandes pecadores y a Dios le pidieron el perdón, y Dios los hizo pastores para redimir al espíritu, humillando a la carne. Éstos tampoco dirían: “¿Tantos como hay buenos y a mí me has elegido?” Pues si lo pensaran o lo dijeran, sería por no creer merecerlo.

Desperté, oí:

Muchos seguían su Enseñanza,

y muchos a Él siguieron.

Pero los que no faltaban

más conocían al Maestro,

y tenían su mandar:

unas veces, suelto,

y otras veces, preso.

Éstos eran moldeadores

de las Palabras del Maestro,

que ya estaban enseñados

como aprende el alfarero.

Pues sabiendo moldear,

haces ánfora o puchero.

Dios elige al que al barro

siempre le saca moldeo.

Porque su constancia hace

que el barro no quede seco.

Como moldear la jarra

varias manos de alfareros.

***

Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VIII - C2

No hay comentarios:

Publicar un comentario