En Sueño Profético decían:
A Dios puedes
enfadarlo por falta de Amor, aunque no hagas pecados. A Dios puedes enfadarlo,
y es peor que disgustarlo. Todo lo que a Dios enfada viene de Satanás.
Dijo la Enseñanza
de Dios en espíritus que vivieron con carne:
Si de Aquí no
saliera Enseñanza, sería camino que cortas a inteligencia y palabras. Eso jamás
ocurre cuando Dios elige a un ser humano, que Él hizo a semejanza Suya, para
difusión de su Poder y su Gracia Divina, para curar a los espíritus que tiene
encarcelados el perseguidor de Cristo. Éste, el perseguidor de Cristo, les hace
ver: en el llano, monte, y en el diluvio, sequía; en la calma, tempestad; en la
alegría, tristeza, y en el mal, el bienestar. ¿Quién diría: “Yo a Dios amo,
pero si de Hombre viviera, yo sería amigo de lejos, pero de cerca no lo sería,
porque Él me mandaría?”
Dijo uno:
Empecemos por la
Virgen: ¿Habría mujeres entonces, cuando Él bajó a la Tierra? ¡Y a una entre
todas coge! No se ha leído en los Escritos que Dios dejó de Hombre, que la
Virgen Le dijera: “¿Es que no había más mujeres?” Luego están los Evangelistas
que tienen un número justo, como lo tuvieron los doce que se sentaron en su
Última Cena, que estos fueron sus Discípulos. Cómo Le iban a decir los once:
“Maestro, ¿por qué nos has cogido a nosotros, que ya tenemos que seguir los
pasos de tu Camino?” Ninguno se atrevía a demostrar el contento que por dentro
llevaba, por creer disgustar al que el Maestro no le mandaba. Se sentían
preferidos y el Mando les descansaba. Ya quedan los Elegidos, a los que Dios
elige y manda: Unos, que siempre adoraron con sufrimiento, con alegría y con
ganas; y otros, que fueron grandes pecadores y a Dios le pidieron el perdón, y
Dios los hizo pastores para redimir al espíritu, humillando a la carne. Éstos
tampoco dirían: “¿Tantos como hay buenos y a mí me has elegido?” Pues si lo
pensaran o lo dijeran, sería por no creer merecerlo.
Desperté, oí:
Muchos seguían su Enseñanza,
y muchos a Él
siguieron.
Pero los que no faltaban
más conocían al Maestro,
y tenían su mandar:
unas veces, suelto,
y otras veces,
preso.
Éstos eran moldeadores
de las Palabras del Maestro,
que ya estaban enseñados
como aprende el
alfarero.
Pues sabiendo moldear,
haces ánfora o
puchero.
Dios elige al que al barro
siempre le saca
moldeo.
Porque su constancia hace
que el barro no
quede seco.
Como moldear la jarra
varias manos de
alfareros.
***
Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VIII - C2
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