En Sueño
Profético decían palabras
que eran de Enseñanza.
Dijo uno:
Una mañana se acercaron unos al Maestro y le
preguntaron:
—Maestro,
¿es difícil el seguir tu Mando o Tú lo haces fácil el seguirte?
Esta pregunta no fue de maldad, fue de ignorancia y
de querer aprender como los que siempre iban con Él.
Estas Palabras sirven para todos los siglos, a pesar
de los siglos que las dijo, pero Él no tiene siglos ni tiempo pasado, ni otra
Enseñanza que supere a la suya, por ser Dios, que sus Palabras son intocables
por ser Vida para el que quiera seguirlo:
—Es difícil el
amar a mi Padre en Mí y tener confianza en que Yo soy el mismo. Que en este
momento también estoy en el Cielo. El seguirme no da trabajo, porque el amarme
ya lo va haciendo. Si Yo paro al trabajo es sí por fuera y no por dentro. Y en
vez de ir enseñando voy viviendo un sufrimiento. Esto no es enseñar Amor, esto
es hacer de Dios para el que no Me quiera.
Y siguió, después de un silencio, para que todos
recogiéramos la Enseñanza:
—Mañana empieza tú ya a venirte, que tú estás preparado para llevar
el sí por dentro para seguir sin trabajo el Mando que Yo os dé. Yo al Amor sí
le quito el trabajo.
Desperté, oí:
Estas Palabras, su eco apacentaba en la forma que
eran dichas.
No hacía falta el verlo ni el oírlo para sentir ya
consuelo.
Sabías que no eran palabras del hombre.
Estos hombres que Lo buscaron se notaron llenos de
Dios, pero unos más pudientes les decían que no Lo siguieran.
Les contaban las exigencias que el Maestro les
tendría.
Y que quedarían peor cuando vieran que no seguían.
Todo lo quitó el Maestro cuando les dice el pensar
que ellos hacen aquel día que lo fueron a buscar.
Ellos sabían que Dios no sufría con su pensar.
Porque de noche y de día “Maestro, dónde estarás”,
era estampa siempre fija sin podérsela quitar.
Que esto era más trabajo que seguir su caminar.
***
Libro 74 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IX - C2
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