En Sueño Profético se vio un monte grande, más grande que
alto. Estaban muchos hombres hablando, todos decían las mismas palabras, porque
al Maestro, como Dios quería que Le llamaran, Lo estaban esperando. También
había mujeres con niños, unos los tenían en brazos y a otros de pie, con unos
siete u ocho años. Uno decía: Yo no me voy hasta que venga el Maestro. Que yo
Lo conozco y Él me quiere mucho, porque cuando un día me vio por la calle, me
paró y me preguntó por mi padre y me dijo:
“Tú sigue pensando en Mí y cuando seas
hombre sigue los pasos de tus padres, y ya eres mi Discípulo, como éstos que
estás viendo”. Esto me
lo dijo unos días antes de yo cumplir nueve años”.
Estando terminando estas palabras, todos
los que allí estaban, se pusieron de pie, porque estaban en piedras sentados, y
dijeron, con fuerzas de alegría: “¡Ya viene el Maestro!”.
Venía con los Discípulos y la cantidad
de gente que había esperando se retiró, dejando camino para que pasara Dios
Hijo, Maestro, como Él quería que Le llamaran sus Discípulos. Pues a pesar de
la gente que había, se fue al sitio que estaba el niño de nueve años, que había
estado hablando de Él, y estas fueron sus Palabras:
"Desde este momento, ya puedes decir que
ya te tengo con mis Discípulos, para que siempre que quieras, te vean con
ellos. Y lo que aprendas, si puedes enseñarlo, hazlo, diciendo: ‘El Maestro de
los Discípulos me lo ha enseñado".
Esto se cundió, y el monte cada vez más
se iba llenando de mayores y niños, unos iban solos, y la mayoría con sus
padres; unos tenían la cara contenta y otros el llanto lo ponían las lágrimas.
Este Mensaje, lo que se ha visto y se ha
nombrado, fue cuando Dios estaba con cuerpo en la Tierra. Que se hizo Hombre
para enseñar a no perder la Gloria.
Todo lo que en el Arrobo se ha visto,
Dios ha dado el Mando para que se vea y se oigan todas las palabras que Dios
Hijo dijo con el Poder de Dios Padre, y así es igual que cuando pasó.
Desperté, oí:
Como no veas la Visión que Dios ha puesto
en el monte, es difícil que tú igual lo cuentes.
El niño que se ha visto en el Arrobo,
siempre estaba nombrando al Maestro, con sus amigos, y decía:
“Yo, cuando sea hombre, me voy con sus
Discípulos”.
Pues así fue y hoy está en la Gloria con
ellos.
Mandan que se deje dictado y quede
escrito todo lo que dicen los Mensajes.
Ya que creía haber terminado, se vio la
carne que Dios me unió, en su despacho, con su cuerpo y su traje normal como
cuando copiaba los Mensajes. Su mirada era la misma, para quitar sufrimientos.
Ya me dijo: “Ana cuídate, cuídate, que tu
cuerpo le hace falta a tu espíritu, para hacer el bien al Prójimo”.
Todo lo que yo digo, lo dice un espíritu
de la Gloria en mi espíritu.
No tenía sueño, porque la alegría le
podía al sueño.
***
Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C8
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