En Sueño Profético decían:
Cuando te llegue un pensar que
creas que es para bien, mira al Cielo, si puedes, y si no, a los Humos Divinos
que están en flotación delante de tu presencia, y di: “Señor, Tú eres mi Dueño.
Mándame con fuerza a mi pensamiento, y ya, lo que yo haga, tiene que estar bien
hecho, aunque no lo vea bien el que no Te ama”.
Dijo un espíritu de Dios:
En esta Enseñanza ya se ha dicho
varias veces que cuando tengas un pensamiento repetido, ya no es tuyo. Y por no
ser tuyo, cuesta trabajo que lo vea bien el que esté a tu lado. Esto, si falta
Amor de Dios, no lo pueden ver claro.
Desperté, oí:
Es difícil ver lo que no tiene
palabras ni imagen.
El que tiene Mando de Dios, a
veces es el sentir el que lo lleva, y nunca ve mal lo que hace, aunque otro,
mal lo vea.
Este sentir sin palabras, a
veces, hace sufrir, cuando tienes que decir: “Yo no digo nada, pero yo no lo
haría así”.
Decían en el arrobo que ya aquí
la duda sobraba.
Que esto, todos lo deberían oír
como toque de campanas.
Viendo la Piel de Cordero brotar
agua, ya imposible no hay para Dios nada.
¡Qué Palabras dicen en la Gloria
para que sean repetidas!:
“Señor, Tú eres mi Dueño. Mándame
con fuerza, a mi pensamiento”.
El milagro de la Piel de Cordero
quita el sueño.
Los brotes de agua hacen cruces y
hacen caras.
Y el brillo que tienen no puede
hacerlo el agua.
***
Libro 45 - Te Habla El Profeta - Tomo VI - C5
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