En Sueño Profético hablaban del espíritu del Bien y del espíritu del mal. Decían:
Igual que el Bien quiere que lo conozcan, el mal intenta desbaratar al Bien, cogiendo instrumentos que al Bien hagan que lo ensucien.
El espíritu del mal acampa donde más daño hace. Pero si el espíritu del Bien está enseñado, pronto lo despide y queda derrotado. Este espíritu siempre va en contra del Mando que Dios manda, y su maldad es contagiosa, tentadora y persigue los Pasos Divinos. Pero siempre es derrotado por esta Fuerza que Dios elige para Enseñanza.
Dijo uno:
No puede llegar a las puertas de la Gloria el que conoce este Mando de Dios y no acepta al Instrumento. Que este “no aceptar” es culpable de tantos sufrimientos, que quisieran acabar con este Contacto que Dios a diario manda.
Desperté, oí:
¡Qué grande es la Enseñanza
que baja de este Cielo!
¡Qué sencillo es comprender
si un espíritu está mandado por Dios
o es mando del Infierno!
Los espíritus del mal
no aceptan nada bien hecho
que vaya de este Mandar.
Dios Hombre lo saca del cuerpo
del que Le dice:
“Jesús, quiero que seas mi Maestro”.
Los espíritus del mal
entran dentro de los cuerpos.
En unos son su vivienda,
en otros están momentos.
Pero el que sirve a Dios
los conoce desde lejos
y les dice:
“Satanás, vete,
que mi Dios te está viendo”.
Estas palabras,
acompañadas con acción,
los echa a los Infiernos,
y se ve la Luz de Dios.
***
Libro 24 - Dios No Quiere, Permite - Tomo IV - C2
No hay comentarios:
Publicar un comentario