En Sueño Profético decían:
Igual perdió la Gloria el que a Dios clavó en la Cruz, que el que dio la Cruz y los clavos. Y también la perdió el que pudo ayudar y no ayudó a que no hubieran a Dios clavado.
El hombre se despenaliza diciendo: “Yo no Lo he clavado”. Pero si estuvo en tus manos y remedio no diste, tú estás condenado.
Dijo uno:
La Madre de Dios, Virgen, no pide que a Dios Lo quieran, pide que no Lo lleven al Calvario, porque su sufrir se agrandaría cuando Lo viera clavado. Cuando oía palabras del que no quería hacerle daño, a Dios Padre daba gracias por el momento de sufrir que le había quitado.
Desperté, oí:
Si puedes quitar sufrimiento y no lo quitas, pudiendo, tú no eres bueno para Dios.
Quitar sufrimientos es estar al servicio de Dios. Que este sufrimiento está en el enfermo de espíritu, en el hambriento y en el pecador.
A unos tienes que darles y a otros quitarles, para contentar a Dios.
La enfermedad de la carne no se ha nombrado.
Esto es oración y aceptación, por si su hora ha llegado.
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Libro 29 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo IV - C4
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