En Sueño Profético vi mucha gente.
Iban deprisa y sus caras estaban tristes. Unos, venían de vuelta y no podían
decirles a los que iban, que cayeran en la cuenta de que andar camino sin Dios,
gran fatiga cuesta; que la prisa se imponía, para que a Dios no siguieras,
porque tiempo no tenías.
Esta es la vida que
el hombre le tiene puesta a su cuerpo: Prisa, a su salvación. Tiempo, a su
condenación.
Dijo uno:
La prisa del hombre
hace que el hombre
sea malo.
La prisa del hombre
roba la Caridad
y no siente lamento
del que sufre.
La prisa del hombre
desbarata la familia.
La prisa del hombre
te hace que no disfrutes del campo,
que no admitas a las aves,
que su vuelo es al Cielo,
siempre a Dios consultando,
y en sus trinos y chirridos,
al Cielo
reverenciando.
Pues igual podría hacer el hombre,
aunque alas no tenga:
echar la mirada al Cielo
y dar desprecio a la Tierra,
que de ahí sale la prisa
que no paga buena renta,
que te paga con engaño,
como juguete que das al niño
cuando quieres
engañarlo.
Esta gente que se
ha visto, los que venían de vuelta, tenían la vida ya pasada: Años que se
fueron con la salud y la belleza que Dios dejó en sus días y a Dios no Le
agradecieron.
Desperté, oí:
Se veían las mismas
vidas, en unos, ya queriendo dejarlas y queriendo decir: “¡La Tierra da mala
paga! Pero nadie se paró, por la prisa que llevaba”.
Luego, éstos,
verían, de ellos, la misma prisa tirar, para que no hubiera tiempo de enseñar a
amar a Dios.
La vida siempre es
la misma, el hombre es el que la cambia.
Sin pensar que el
cuerpo vive el tiempo que el espíritu quiere.
Y el espíritu está
siempre humillando a la materia.
Si esto el hombre
pensara, seguro que cambiaría la prisa de la Tierra, por el reposo al espíritu,
que es el que da buena paga, ¡y eterna!
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Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VIII - C2
La mejor de las pagas.
ResponderEliminarQue será estar en el filo de la muerte viendo que te quedaste sin Dios no un tiempo sino para siempre!