Llama a Dios en todos tus momentos

En Sueño Profético decían:

Llama a Dios en todos tus momentos

de alegría y sufrimiento.

Pues si haces esta llamada,

es porque crees y amas.

Con este sentir que tengas,

Dios te tiene en preferencia,

y sentirás un Mando

que tendrás que publicarlo.

Dijo un espíritu de Dios:

Hay quien se acuerda de Dios en los momentos de sufrimiento, y Lo recuerda como obligándolo en su petición y pidiéndole con estas palabras: “Señor, si me lo concedes, te rezo, voy a la iglesia y te llevo velas, me aparto de comer lo que mucho me gusta y te sigo descalzo cuando tu Imagen saquen a la calle. Todo esto hago si me concedes lo que te pido”.

Esta manera de querer a Dios era la que tenía la dueña de un mesón que había en el pueblo donde yo vivía. Yo era joven todavía, pero no estaba de acuerdo con lo que ella decía. Amistad en mi casa, con mi madre, tenía. Yo discutía con mi madre porque ella quería que mi madre su enseñanza cogiera. Mi madre la traía a mi casa y allí esta enseñanza le decía: “Francisca, yo no veo bien cómo tú quieres a Dios y cómo le pides, pues tus peticiones son amenazas. ¿Tú crees que a Dios le hacen falta velas en cantidad para que te conceda lo que le pides? ¿No ves que este pedir tuyo es no creer que es Dios?".

Si pides creyendo y amando, este pedir, Dios te lo concede. Yo tenía 15 años y a mis amigos los enseñaba a poner velas antes de pedir nada, y a que jamás dijeran: “Si me concedes, Señor, lo que te pido, doy un donativo”.

A mí me daba miedo el oír esto.

Desperté, oí:

Si el mayor ama de verdad, al niño puede enseñar.

Y ya el niño va enseñando como en este arrobo están contando.

Éste nunca vio a la madre pedir a Dios, exigiéndole: “Como no me lo concedas, no te enciendo velas”.

Las enseñanzas de Dios son distintas a las del hombre, por muy inteligente que éste sea.

Si la vela la enciendes con Amor a Dios y sin pedir con exigencias, Dios puede conceder tu petición.

Pero encendida, pidiendo con exigencia, no debe ser ni en convento.

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Libro 55 - Investigaciones a la Verdad - Tomo IX - C7