En Sueño Profético decían:
No hay alegría
más grande, que a Dios le sirvas en el Mando que Él te mande. Y tiene que ser
sufrimiento, pensar:
“Yo no hice el
Mando, y de sobra pude hacerlo. Si yo mandaba en mi mando en aquel tiempo,
ahora ya no tengo mando para quitar el peso a los años y poder volver otra vez
al cargo, para mandar sin temor a otro, por ser yo el máximo en autoridad que
pueda hacer este mando”.
Dijo uno:
Este pensar se
hace a los años. Pero quién tiene algo que pueda asegurar: “Yo no me enfermo ni
muero hasta que la juventud haya pasado, y yo lo puedo demostrar con mi
presencia y con papeles que yo puedo acreditar”.
Si esto lo pensara
el hombre cuando a Dios Le puede servir, estaría de centinela diciendo a todo
que sí, a todo lo que viera que de Dios era.
Desperté, oí:
Esto es
dejando Dios la Libertad. Que quitando Libertad y usando su Poder, no mandaría.
Obligaría, apartaría y destruiría.
Obligaría a su
Mando.
Apartaría al
hipócrita que Lo sigue.
Y destruiría
con fuego, con aire o con agua.
Dios lo deja
hasta la muerte del cuerpo, y que el espíritu vaya donde él mandó sus obras.
Las obras de
Dios son servir ahí en la Tierra a todo lo que mande Dios.
Y si tú sabes
su Mando, hazlo, y pídele que nunca te vea cansado.
***
Libro 22 - Investigaciones a la Verdad - Tomo III - C6
Se puede servir a Dios de tantas maneras!
ResponderEliminarEn todo lo que Dios tiene mandado queda grabada una flecha, según hagas el mando, queda para arriba o para abajo.
Procuremos que nuestras obras vayan flechadas para arriba!