En Sueño Profético decían:
La presencia del que Dios elige,
el que le acompaña ve que lleva Poder de Dios. Esto se ha visto en la enferma
que está en cama, que sabiendo que no tiene cura su cuerpo, quiere la presencia
del que se está nombrando, porque éste es medicamento para que el espíritu no
se ponga también enfermo.
Sigue el Mando de Dios en un
espíritu de su Gloria:
Esta presencia, premia y descubre
al que a Dios no se acerca para pedirle ni para darle gracias si Dios le
concedió lo que pidió, que su nombre, al ser concedido, fue milagro.
La presencia del Elegido hay que
tratarla con cariño, porque el recibir o el desprecio que le hagan, a la Gloria
llegan.
Repetían en al arrobo estas palabras:
“El Elegido guarda los desprecios que le hacen”.
Desperté, oí:
Del desprecio se pasa al pago que
le dan con cariño y con ingresos, que Dios, éstos, los aumenta sin secretos.
Dan desprecio porque no estudian
las Palabras que Dios manda de Enseñanza, y que son las mismas que cuando vivió
con Cuerpo.
Tendrían que pensar que si Dios
aquí hablando está, hay que hacer el mando que este Elegido da.
Si desprecias al Elegido, de tu
petición en los momentos de apuro, Dios aparta el conceder lo que has pedido.
Hace falta esta Enseñanza para
olvidar el sufrir, porque sin Dios no se puede vivir.
Todos los que Esto creen, cuando
están lejos, más a Dios en su memoria nombran.
Tu vivir es cundir que Dios te
habla. A esto, a veces, el sufrir te responde.
Pero como es tan grande esta
Verdad, nadie la puede callar.
Libro 60 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VII - C3
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